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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

¡Qué tremendo error!

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Con todos mis respetos hacia la militancia socialista, creo que han escogido al peor secretario general posible. No es que los otros dos fuesen como para tirar cohetes, pero, al menos, de ninguna manera representaban la ruptura que pretende hacer Pedro Sánchez. Una especie de limpieza, de reseteado de ordenador, en un partido histórico y que no está para sueños utópicos. Quizá, no sé, ahí esté el meollo de la cuestión: la militancia se creyó al cien por cien sus postulados populistas. Unos cantos de sirena donde les prometió la luna –ahora el PSOE volverá a ser de los militantes- y veremos cómo los cumple. Porque, si ustedes recuerdan, lo que ha hecho siempre el nuevo secretario general es consultar a las bases en función de lo que más le convenía. Con preguntas trampa y poniendo sus intereses por encima de todo. Cuando el pacto con Ciudadanos hizo un referéndum en unos términos que daba risa: «¿Respaldas estos acuerdos para conformar un gobierno progresista y reformista?». En fin, díganme quién se va a negar. Lo mismo que en el Comité Federal que lo defenestró: propugnaba una consulta exprés para hacerle un bypass al órgano de dirección. El bello Pedro habla de la soberanía de los militantes. Sin direcciones férreas y rindiendo cuentas siempre a las bases. Pero, no se engañen, eso es la teoría, porque en la práctica se parecerá poco. ¿Es acaso Podemos un partido asambleario? Hasta cierto punto. Pablo Iglesias, en cuanto ve que el resultado no va a ser el deseado, amenaza con marcharse. Retuerce la voluntad de la militancia para que coincida con la de su círculo de hierro: los cuatro que mandan. Pues ése es el PSOE que quiere construir Sánchez y no otro. Una especie de Podemos donde las apariencias nunca van a coincidir con la realidad. Adriana Lastra, su capitana asturiana, ya lo dejó bien claro en una entrevista hace pocos días: los barones tienen pedir disculpas. Generosidad en la victoria, por lo visto, cero. Al enemigo, ni agua. ¡Qué error, qué tremendo error!, han cometido a mi juicio. Se me asemeja a lo que pasó en Francia o Inglaterra. Las bases se entregaron a candidatos populistas radicales –Benoît Hamon o Jeremy Corbyn– y el desastre electoral estuvo servido. Tanto, que en el país galo ya se habla casi de la desaparición del socialismo. Pedro Sánchez, de cara a las urnas, es un candidato quemado. Ha intentado por dos veces llegar a la Moncloa con resultados cada vez peores. ¿Es que eso no cuenta? ¿Es que no se mira más allá de las 188.000 personas que tenían derecho a voto el domingo? ¿Es que la cuestión consiste sólo en mirarse al ombligo y no a más de cinco millones de votantes?

 

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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