Tiene razón nuestro Ayuntamiento cuando dice que no reciclamos. O por lo menos, en cuantía suficiente. Según la Unión Europea tendríamos que estar al 50% de nuestros residuos antes del 2020, y en la actualidad apenas llegamos a la mitad. Queda, pues, un largo camino por delante. Dicen que la solución se encuentra en el tratamiento individualizado. Es decir, si yo reciclo más que mi vecino: o bien pago menos, o a él le sancionan. Que esto, por lo visto, es también objeto de debate y hay opiniones para todos los gustos. En los próximos cinco años se van a instalar contenedores inteligentes. O sea, que intentarán saber lo que cada uno arroja a ellos mediante bolsas con código de barras, apertura con la tarjeta ciudadana o incluso cámaras de vigilancia. Pregunto, ¿una especie de «Gran Hermano» de la porquería? Lo que faltaba. Hasta, según el presidente de Emulsa, Esteban Aparicio, se podría estudiar la recogida neumática. Un tubo que saldría de las casas y llevaría los residuos directamente hasta la planta de tratamiento. ¡Vaya! Aunque la segunda parte de «Blade Runner», la mítica película de ciencia ficción, se va a estrenar en octubre; parece que en Gijón ya tenemos un anticipo. Pienso que todo esto está muy bien. Me parece estupendo que contribuyamos en función de nuestros actos. Ahora bien, el sistema actual no está montado así y costará mucho cambiarlo. Pagamos la factura de recogida y tratamiento de basura con la del agua. En la mayoría de las ocasiones con la cuota de comunidad, porque no existe la posibilidad de medición por cada piso. Por tanto, quizá tendríamos que empezar por ahí: individualizar los consumos. Dejar de incrustarlos en un recibo comunitario y que nos llegue a cada cual el importe correspondiente. Con eso, seguro, conseguiríamos una mayor concienciación, al igual que sucedería con el dispendio de agua. Una vez hecho, pasaríamos a la segunda fase: ver el reciclaje. Sin duda, una cuestión difícil se mire por donde se mire. Saber a ciencia cierta lo que arrojamos al contenedor se me antoja complicado, salvo que un inspector municipal venga a vivir con nosotros. No obstante, lo que sí pueden dar por seguro es que la tasa de basura subirá (y mucho). Desde el Principado no paran de hacer comparaciones odiosas. Dicen que en San Sebastián los residentes pagan 130,10 euros al año, mientras que en Asturias la ciudad más cara no pasa de 79,50. Nos están preparando para un incremento de órdago. Cogersa –el consorcio asturiano de recogida y gestión- cobrará más a los ayuntamientos y estos al ciudadano. En resumen, que de forma selectiva o no, con reciclaje «Blade Runner» o sin él; agárrense que vienen curvas.