Está claro lo que va a suceder. Me refiero al varapalo que le van a dar –ya lo verán- a las ordenanzas fiscales que hoy se presentan. Dicho de otro modo: los impuestos municipales que vamos a tener de cara al año que viene. La oposición –sobre todo Xixón Sí Puede (XSP) e IU- ha exigido continuamente al equipo de gobierno que incurra en más gasto. Los nuevos tiempos políticos es lo que tienen: ponen en un brete a Carmen Moriyón y los suyos hasta llevar al límite el endeudamiento. Si querían un presupuesto para este ejercicio, sin ir más lejos, tenían que poner en marcha a la fuerza la renta social municipal. Una partida estructural de al menos 7,7 millones de euros (y subiendo) que es necesario metabolizar. Esto es, asimilar que ha llegado para quedarse. Sin embargo, cuando toca elevar la imposición local –para que los números cuadren, más que nada- nadie lo apoya. Buen ejemplo es la subida media propuesta del 5% por el uso de servicios e instalaciones en el Patronato Deportivo. Foro se quedó sólo en sus pretensiones, mientras que el resto de la oposición la rechazaba de pleno. Igual que pasará con el resto de incrementos que se intenten llevar a cabo, porque lo fácil en este caso es ordeñar la vaca. Tirar de la deuda hasta llegar a incumplir la regla de gasto que impone Hacienda. Con unas partidas, en la mayoría de los casos, que van a ser difíciles de controlar. ¿O acaso va a ser flor de un día la renta básica que se ha puesto en marcha? ¿O acaso se van a dejar de conceder la pléyade de subvenciones que permiten sobrevivir a múltiples sectores económicos en nuestra ciudad? El problema, como digo, es que la oposición quiere llevar a cabo la cuadratura del círculo. Que se siga manteniendo (e incrementado) este nivel de cobertura social sin que suban los impuestos. De hecho, a lo máximo que pueden aspirar nuestros gobernantes para intentar paliar esta sangría, es a inventarse nuevos tributos. Eso sí, siempre que sean del agrado de los socios virtuales (XSP e IU), ya que si no tampoco pasarán el tamiz. Cosas como cobrar por el uso del espacio público a los bancos, compañías telefónicas o energéticas. Fórmulas, en definitiva, de nuevo cuño y que no sabemos cómo saldrán. Igual se recauda mucho, o bastante menos de lo esperado. En resumen, que resulta complicado meterse en semejante orgía de gasto y luego no querer subir la imposición a los ciudadanos. Sabiendo todos de sobra el porqué: eso duele al bolsillo y, aunque parezcan todavía lejos, las elecciones están ahí. Mejor comer el jamón (regar bien la ciudad con dinero público) y dejar a otros el hueso.