>

Blogs

Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Calamidad total.

28438799-kdgb-624x832el-comercioPocas veces a una inversión de 138 millones de euros se la deja de la mano de Dios. Me refiero, claro está, al túnel del metrotrén inundado y casi abierto al público. Sí, porque tal y como conocimos por EL COMERCIO el acceso a las profundidades de Gijón es prácticamente libre. Dos débiles trampillas, situadas en Viesques y el «solarón», permiten entrar en un mundo oscuro y peligroso situado 20 metros bajo tierra. O lo que es lo mismo: un edificio de seis pisos al revés. También supimos que los más jóvenes lo utilizan como diversión en una de esas modas estúpidas. Se llama «urbex» o exploración urbana y consiste en adentrarse en los lugares más peligrosos de la ciudad. Sititos en los que cualquiera con dos de dedos de frente ni pisaría. En el metrotrén, lo tuvieron de lo más fácil. Un simple candado custodia las entradas y los muchachos, cómo no, sacaron fotos a raudales. Supongo que para colgarlas luego en las redes sociales y presumir. Así los pueden ver con sus linternas bajando por andamios llenos de orín, o paseando por una tubería que al mínimo traspiés les haría caer al agua. Por no hablar de las lanchas playeras con las que navegaban como si fuese un canal de remo. Todo ello, sin contar que, según los expertos, la acumulación de gases nocivos puede hacer que el paseo resulte mortal. Convertir esa supuesta aventura en una tragedia de órdago. Desde luego, la situación del túnel es insostenible. Imagínense, no sé, que en el techo de la regasificadora –por mencionar otra infraestructura sin uso- se llevasen a cabo «botellones». ¿No pondríamos acaso el grito en el cielo? ¿No exigiríamos que hubiese la vigilancia necesaria para que esto no sucediese? Pues en el metrotrén nos encontramos ante una situación similar bajo la indiferencia del Ministerio de Fomento. En diciembre del año pasado, cuando Xixón Sí Puede aportó fotos de su estado actual, hasta los topes de agua, la respuesta que dio fue sorprendente. Dijeron, más o menos, que era la manera más adecuada de conservarlo evitando así los costes de bombeo. Sin embargo, ante una reciente petición urgente del Ayuntamiento para su vaciado, ahora nos cuentan que hay que hacerlo con cautela. Es decir, que de tanto tiempo bajo el agua (tres años) se corre el peligro de hundimientos. Lo llaman subsidencias del terreno y dicen que la extracción se debe hacer de forma controlada. Como ven, la dejadez y el abandono total se acaban pagando tarde o temprano. Lo único que nos faltaba ya es tener que lamentar víctimas mortales, por algo que tiene un remedio claro. Señores de Fomento: cierren bien los accesos e inicien las obras previas para su puesta en funcionamiento. Punto.

 

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


octubre 2017
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031