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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Un año en rojo.

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Hoy se celebra el debate sobre el estado del municipio. Ya saben, un Pleno en el que se analiza la gestión del gobierno municipal durante su último año. Vamos a revisarla. En el haber, Carmen Moriyón y su equipo pueden presumir de desbloquear el plan de vías. La llegada del nuevo ministro de Fomento, Iñigo de la Serna, junto con el cambio en la consejería de Infraestructuras del Principado, con Fernando Lastra al frente, dieron un resultado muy positivo. Se avanzó en la confección de un proyecto con el que comenzar de nuevo. Hasta entonces, sin duda, la nada presidía nuestro eterno levantamiento ferroviario. Ahora, sin embargo, tenemos plan, plazos y aportaciones a realizar por parte de las administraciones. Como digo, un logro de nuestros gobernantes que pusieron su empeño en ello. Asimismo, el PGO está en marcha. No todo lo rápido que quisiéramos, pero, al fin al cabo, va dando los pasos necesarios. Con desbloqueos también importantes como el desarrollo urbanístico de la Ería del Piles, aunque, bien es cierto, sin una empresa que lo ponga en marcha. Hasta ahí, digamos, los éxitos que en materia de infraestructuras son importantes. Veamos lo contrario: el debe del equipo de gobierno. Gijón ha evolucionado económicamente para mal. Quiero decir que es como si para este Ayuntamiento, el crear puestos de trabajo no fuese más importante que dar subvenciones a tutiplén. Por tanto, tenemos una pléyade de las últimas y más bien poco de lo primero. En nuestra ciudad el concepto de ayuda es tan inmenso, tan excelso diría yo, que cubre básicamente todos los órdenes de la vida de un individuo. Casi desde la cuna hasta la sepultura. Es tal el gasto estructural que se lleva a cabo –para nada acorde con la capacidad económica posible- que se está ya a punto del desborde. Imposible de mantener a todas luces. La famosa renta social municipal, claro, es el último ejemplo. Pero, tengan en cuenta, que en Gijón además se subvencionan muchas más cosas. Desde las fachadas (independientemente de la capacidad económica del propietario), la accesibilidad de los portales (lo mismo: no se discrimina por renta), tejados, gastos de luz o gas individuales, arrendamientos de viviendas, etcétera. Por tanto, la influencia del Consistorio en la vida diaria es enorme. La mayor empresa –en capacidad y número de empleados- prácticamente del concejo. El motor que si un día baja el ritmo –porque el sistema de ayudas a granel no puede ser infinito- hundirá a muchos sectores del que dependen. En resumen, podemos decir que cada día en nuestra ciudad amanece en rojo, como el famoso lunes de los incendios. Nunca mejor dicho, porque la influencia de Xixón Sí Puede e IU en la política municipal es inmensa.

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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