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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Sabor agridulce.

anc-k0xh-648x400rcComo todo lo que últimamente viene de Cataluña, han sido unos resultados intensos. Sin medianías. O blanco, o negro. Vamos con los ganadores. Sin duda, Ciudadanos. El partido de Inés Arrimadas ha conseguido lo que parecía imposible: vencer al independentismo. Un logro personal y colectivo tanto de la candidata como de su partido. El resultado de la formación naranja es estupendo y, en cierta manera, le pega una patada al «procés». Dudo mucho que siendo la fuerza hegemónica en Cataluña un partido constitucionalista, se vuelva a plantear como objetivo a corto plazo la independencia. Lástima que otras formaciones del mismo espectro –me refiero a PSOE con un bagaje muy discreto y Partido Popular, simplemente, desastroso- no le hayan podido seguir. Perdedores. Claramente, el PP a quien el electorado le ha dado la espalda. No ya a mi juicio por la aplicación del artículo 155, sino por las dudas y retrasos a la hora de su aplicación. Ciudadanos apostó sin ambages por el precepto constitucional desde un primer momento y esa firmeza le ha salido rentable. Para hacérselo mirar lo del PP catalán. Se han quedado sin grupo parlamentario propio y a la altura de la CUP. Con una diferencia, mientras los populares gobiernan en España, a los antisistema se la trae al pairo el número de escaños que obtengan. Al fin y al cabo, odian las instituciones. Como digo, un desastre. Y la sorpresa: Junts per Catalunya. El partido del fugado Carles Puigdemont obtuvo una subida (subidón) increíble. Recordemos que esta formación partía con una desventaja clara con respecto a Esquerra Republicana. Prácticamente los iban a barrer del mapa electoral. Sin embargo, fue mejor salir por piernas que el martirio. Mientras que Puigdemont huía de tapadillo por la frontera, Junqueras afrontaba la acción de la Justicia ingresando en la cárcel. El electorado catalán –aunque parezca inverosímil- ha premiado más largarse a Bruselas, que acabar en la prisión de Estremera. Dura pugna entre ambos por la supremacía en el independentismo. ERC ha tenido una mala noche: esperaba mucho más. Lo mismo que En Comú Podem a quien quedarse en medio –en una sociedad tan polarizada- le ha sentado fatal. En general, uno acaba con una sensación rara. Se celebra que, por fin, un partido no secesionista gane. Ahora bien, el independentismo sigue vivo. Muy vivo, diría yo. Dándose la misma circunstancia que en los comicios de 2015: gana en escaños, pero no en porcentaje de voto. A la postre, lo que importa en un parlamento cualquiera. Sabor agridulce el que nos queda porque quizá, volvamos a entrar en bucle. La formación de Gobierno se me antoja muy complicada. ¡A ver qué exige ahora la CUP!

 

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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