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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

El «anticoche» total.

31227409-624x936El Plan Integral de Movilidad Sostenible y Segura que está encima de la mesa tiene propuestas curiosas. Yo diría que chuscas por irreales. Me refiero, por ejemplo, a eso de que las empresas paguen más a los trabajadores que vayan andando a su puesto. Según el Plan de Movilidad deberían de ofrecer ayudas económicas a sus empleados para la compra de bicicletas, o abonos gratis para el transporte público y hasta la figura de un coordinador, o sea, una persona que se encargue de fomentar el uso compartido del coche. Todo ello, lógicamente, para que en una especie de exorcismo colectivo y organizado se expulse al demonio de esta ciudad: el vehículo particular. Quienes tengan que ir a trabajar en él -o incluso a través de medios públicos- se estarán partiendo de risa con la ocurrencia. Seguro que les ha costado dios y ayuda lograr que les paguen el desplazamiento, en el caso improbable de que así sea. Lo han tenido que pedir, casi rogar, y al final, después de años, puede que le hayan concedido una dádiva que no cubre ni mucho menos la totalidad del gasto. Sin embargo, el plan dice que las empresas tienen que hacer estudios tan curiosos como definir el «perfil de movilidad» de sus empleados, aleccionándoles, claro, para que dejen el coche en casa. Nota: la realidad es tan cruda como que esto les importa tres pitos con tal de que estén a su hora en el trabajo. ¡Cómo si van en helicóptero! No contentos con esto, es decir, con que se penalice y mire mal al trabajador que utiliza su vehículo, siguen erre que erre con lo de las zonas 20 y 30. Proponiendo, sin ir más lejos, que la avenida de la Costa –un vial muy concurrido y que recorre nuestra ciudad de este a oeste- tenga una velocidad máxima de 30 Km/h. Lo mismo que arterias como la avenida de Galicia, Portugal, Velázquez y el Muro. Por curiosidad, me dio el otro día por probarlo. Esto es, ciruclar a esas velocidades de vértigo mientras el resto de conductores juraba en arameo al ver mi ritmo. Fíjense que hasta los autobuses municipales acabaron adelantándome. Además, lo de las zonas de 20 –todo el centro y el resto a 30- tiene su miga. ¿Alguien sabría diferenciar si un vehículo va a 20 o 30 Km/h? ¿No es tan fina la línea que apenas hay diferencia entre ambas? Entonces, ¿por qué ese empeño en bajar aún más la velocidad hasta equiparar el ritmo al de los peatones más cansinos? Vengo diciendo que este documento, tal y como está concebido, es el «anticoche» total». Vean si no que hasta proponen que quienes lo aparquen en el trabajo, la empresa les cobre una cantidad simbólica de entre 40 y 100 euros al año. Toma…

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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