Al igual que en el hilarante diálogo de la película Airbag, hay que tener muy claro que «el concepto es el concepto». Digo esto por lo que está sucediendo con la renta social municipal, después de que el Ayuntamiento admitiera que ha incumplido la regla de gasto el año pasado. Lo que se traduce en que hay que formular un plan económico-financiero de cara a este ejercicio y el que viene. O dicho de forma: toca apretarse el cinturón, se mire por donde se mire. Nuestra alcaldesa, Carmen Moriyón, admitió sin ambages que una de las razones del incumplimiento había sido la creación de esta renta básica. Polvareda general. Lío monumental porque -en apenas un año de existencia – ya se han adquirido unos compromisos muy serios. Con los beneficiarios, sin ir más lejos, porque no fue una ayuda recortada lo que se les vendió. Más bien, se la revistió como una prestación universal a la que iban a poder acogerse, siempre que no fueran a mejor fortuna. Recuerden cuando se aseguraba con orgullo que nadie en el jardín del Edén de Gijón iba a vivir con menos de 600 euros al mes. Por tanto, si se habla de un presupuesto «más limitado» -tal y como aboga Moriyón como solución ante la imposibilidad de mantener los seis millones de euros anuales con la que se había dotado- ya estamos variando el concepto por el que fue creada. Pregunto, si se va a tratar como una subvención cualquiera, ¿para qué entonces tanta parafernalia? A los comerciantes, otro de los grupos afectados por este recorte inminente, también les ha sentado como un tiro. Los usuarios de las «tarjetas white» -ya saben, ese sistema con el que se compra una determinada lista de artículos- llevan gastados 1.487.804 euros desde agosto en sus establecimientos. Recibidos, claro está, con sumo agrado y regocijo general. Es más, incluso hay quienes la defienden porque la consideran un «acicate de la economía local». Es decir, tirar del presupuesto -la vaca de la que todos quieren leche- es el mágico bálsamo de Fierabrás que va a recuperar al pequeño comercio. Curioso, ¿no? Es como si cuando uno tiene hambre, empieza por comerse su propio brazo. Al final, acabará devorándose a sí mismo. El problema de la renta social municipal es que nunca se debió crear. El Ayuntamiento ya había dado de sobra el «do de pecho» en lo que se refiere al gasto social, al asumir competencias que correspondían a otras administraciones. Sin embargo, se quiso rizar el rizo. Dar cobertura a las demandas de dos grupos (Xixón Sí Puede e IU) para conseguir su favor en la aprobación de unas cuentas para 2017, y miren cómo nos encontramos ahora. Sin presupuesto -porque este año el peaje había subido hasta incrementar la plantilla municipal con las trabajadoras de ayuda a domicilio- y sin dinero. De cine, oigan.
@balbuenajm