Es gris oscuro. Del color de un día nublado. El nuevo PSOE -tal y como le gusta denominarlo a sus dirigentes- pasa de perfil sobre los grandes asuntos de Estado. Así le está sucediendo, sin ir más lejos, con el tema de Cataluña. Bien es cierto que apoyó la aplicación del artículo 155 de la Constitución, ahora bien, sin mucha convicción. Casi pidiendo escusas y limitando sus efectos. A su secretario general, Pedro Sánchez, le resulta molesto el embrollo catalán. Quiere que su onda expansiva no le afecte demasiado. Ni siquiera hace mención de este grave conflicto en sus comparecencias, dejándolo todo en manos del PSC. Principal aliado a la hora de llevarle en volandas cuando ganó las primarias. A este nuevo PSOE le falta visión global, algo que enganche al votante de centro. Se pasa la vida entre reivindicaciones utópicas de la calle y sus guerras internas. Digamos que no pisa la realidad. En la última trifulca, molestó (y mucho) la entrevista que dio Javier Fernández a un diario nacional. En la misma, volvió a incidir sobre ese concepto de España difuso y resbaladizo en que se basa la plurinacionalidad. Además, claro, de cuestionar la línea política que se está siguiendo: eso de escorarse cada vez más a la izquierda e ir perdiendo el centro. Pues bien, faltó tiempo para que Sánchez le recriminase algo que él en absoluto practicó: que las discrepancias internas no se manifiesten en los medios de comunicación. Sí, ya lo vimos, Pedro, cuando no paraste de denunciar públicamente a la gestora por facilitar la investidura de Mariano Rajoy. Adrián Barbón, el líder asturiano, también recordó que lo que dice el secretario general es de obligado de cumplimiento. Entonces, pregunto, cuando los diputados «sanchistas» se saltaban la disciplina de voto en el Congreso, ¿acaso cumplían este precepto con su partido? Pero lo peor, sin duda, es que este nuevo socialismo no da la impresión de que vaya a ganar nada. Casi cada día se publican encuestas en los medios de comunicación, díganme una sola en la cual se les dé como vencedores. Es verdad que, ante el retroceso de Podemos, el riesgo de «sorpasso» está lejos. Sin embargo, en absoluto se ve un partido fuerte y que aspire a arrebatarle el gobierno al PP. Sigue a distancia de los populares e incluso sobrepasado por Ciudadanos. La verdad, igual esto no lo valoró suficientemente la militancia a la hora de decantar su voto. Embelesados por las promesas de un partido sin intermediarios, es decir, donde ellos decidirían gran parte de la política que se iba a realizar desde los escaños, olvidaron que el tirón electoral de Sánchez es escaso. El bello Pedro no ha hecho otra cosa que acumular los peores resultados una elección tras otra. Este nuevo PSOE, no sé, carece de peso. Resulta casi irrelevante.
@balbuenajm