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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Palo y zanahoria.

arcelor-tren-carril-kzte-u501304248041v2-624x385el-comercioA finales de enero la siderúrgica ArcelorMittal anunciaba que realizaría obras por 600 millones de euros en un plazo de cinco años. Destacaba la construcción de una central eléctrica en Veriña aprovechando los gases generados por los procesos industriales, así como un plan ambiental que pretendía invertir sobre 200 millones para mejorar la calidad del aire. La noticia, como no podía ser de otra manera, fue acogida con gran alborozo por lo que significa: una apuesta inequívoca del gigante siderúrgico en Asturias, además de reducir el sempiterno problema de la contaminación que afecta a Gijón y Avilés. Hecho que sacó a miles de personas este domingo por las calles de nuestra ciudad. Todos dimos por sentado que con este desembolso los sobresaltos a los que tiene acostumbrados Arcelor, es decir, dar la vuelta a la tortilla en cuanto a inversiones comprometidas, acabarían. Sin embargo, actualmente la situación es bien distinta. Dicen que los resultados en Gijón son malos. Que se ha perdido competitividad con respecto a otras plantas del grupo dando una única solución: o bien se corrigen de forma inmediata, o bien habrá medidas traumáticas. Esto es, no sólo la venta de aquellas instalaciones menos rentables, sino que se deja en el aire el resto de inversiones previstas. En concreto, pone el dedo en la llaga especialmente sobre el tren de chapa que emplea a unos 300 trabajadores, preocupando así mismo la situación de la sección de Largos. A esto hay que unir el ferviente deseo de la multinacional por adquirir a la itialiana Ilva: una siderurgia que es competencia directa de la asturiana. De hecho, no sólo dobla en tamaño, sino que también fabrica lo mismo. Ahora bien, las autoridades antimonipolio de la UE se han puesto duras y ya han advertido que no lo permitirán tan fácilmente. Consideran que la posición de Arcelor acabaría siendo dominante y desde la Comisión Europea le exigen deshacerse de otras instalaciones. Sí, efectivamente, Arcelor piensa en nuestro paraíso natural y en las de la francesa de Fos-sur-Mer. Todo ello, pese a que en diciembre del año pasado, Aditya Mittal, el CEO para Europa e hijo del jefe, asegurase que la compra de Ilva en ningún modo pondría en peligro a las plantas asturianas. ¡Cómo para fiarse! El caso es que tenemos la espada de Damocles encima. La eterna historia del palo y la zanahoria con la multinacional una vez más. Eso sí, en Francia el ministro de Economía, Bruno Le Maire, visitó el pasado jueves la factoría de Dunkerque para mandar un mensaje claro: «Estoy aquí», dijo ante una plantilla de 3.000 trabajadores, «para defender vuestros intereses». Señor Román Escolano, recién elegido en el cargo, le estamos esperando.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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