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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Que lo cierren.

laboral-centro-arte-u402219249zvg-624x385el-comercio-elcomercioLaboral Centro de Arte y Creación Industrial es un engendro. Me refiero a que no deja de ser un ente extraño que la gran mayoría de ciudadanos ni sabe de su existencia. Nació en marzo de 2007 como parte de lo que iba ser «Laboral Ciudad de la Cultura». O sea, uno de esos proyectos faraónicos de la época del «grandonismo» que nunca llegó a materializarse. Ahora sabemos que está ahí, más que nada, por sus deudas. En concreto, tiene acumulados sobre dos millones de euros y está pidiendo auxilio a gritos para no ahogarse. De hecho, en enero el Principado ya propuso al Ayuntamiento una especie de derrama para salvarlo. Inyectar capital por encima de sus aportaciones -20.000 euros anuales en el caso del Consistorio- con objeto de evitar su cierre. Sin embargo, la viabilidad del proyecto está entredicho, incluso más allá de sus abultados números rojos. El año pasado consiguió tan solo vender 298 entradas, lo que se tradujo en una paupérrima recaudación de 596 euros. Vamos, que no lo visitó ni el Tato. Todo ello, bajo la polémica de que el número de visitantes fue presuntamente adulterado. Denuncia que presentó la diputada de Podemos, Lucía Montejo, en la Comisión de Educación y Cultura de la Junta. Según Montejo, «las exitosas cifras de asistentes eran fruto de un conteo fraudulento por parte de la Fundación». Recordemos que se llegaron a registrar hasta 322.401 visitantes en sus primeros años de vida. Compárenlo con las cifras que conocimos del 2017 -sobre unos 12.000- y verán la caída en picado que ha sufrido. A eso debemos añadir los problemas laborales internos (tuvo que pagar cuantiosas indemnizaciones por despidos), junto con la falta de programación y el cierre parcial de sus instalaciones. Por tanto, hablamos de que Laboral Centro de Arte no deja de ser un muerto. Una especie de zombie que no aporta nada a Gijón y encima devora dinero sin parar. Incluso la entrada en funcionamiento del todopoderoso Centro Botín de Santander –a donde su marchó su anterior director- lo ha dejado más en evidencia. Está claro que resulta muy difícil competir con el equipamiento Cántabro, cuando éste está siendo promocionado a todos los niveles y encima tiene patrocinios privados. Algo que en Gijón ya se perdió hace tiempo, cuando salieron huyendo los que ponían pasta. Díganme, pues, para qué queremos o qué utilidad sacamos de un proyecto fallido como éste. Personalmente, no veo otra salida que su cierre, ya que tampoco es ninguna tragedia. Sí, hacer borrón y cuenta nueva. De no llevarse a cabo, se acabará convirtiendo en un pozo sin fondo en el cual enterrar más recursos cada año. Una especie de entretenimiento de lujo pagado por todos, para unas élites culturales que viven de espaldas a la ciudad.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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