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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Laviada.

thumbHoy quiero hablarles de mi barrio, Laviada. Un lugar tranquilo y apacible que con el paso del tiempo se ha vuelto todo lo contrario. De origen fabril -toma su nombre de una industria que estuvo abierta hasta 1982- en la actualidad es refugio de seres variopintos que siembran desazón a su paso. Me refiero a la enorme cantidad de gente sin hogar que mora por sus calles, parques y plazas. No es la primera vez -ni será la última- que la policía interviene por las refriegas entre quienes toman la vía como albergue. Es más, hasta ha habido algún que otro muerto (el último en 2015) teniendo como escenario el parque de Teodoro Cuesta. Lugar de ocio y disfrute colectivo que ha sido tomado -¡qué digo, invadido!- por indigentes que prácticamente viven allí. En 2016 la situación llegó a ser tan insoportable que incluso se produjo una manifestación. Los vecinos ya no podían más. Al tráfico humano de los servicios asistenciales que existen en la zona, se unió que unas naves abandonadas habían sido ocupadas por individuos de toda laya. Llegaron a quemar un coche en la calle Diario El Comercio, con el riesgo evidente para las edificaciones cercanas que esto supone.

La inseguridad ciudadana, aunque ha mejorado con respecto a aquellos negros días, sigue siendo alta. De vez en cuando, tenemos algún que otro susto. Sin ir más lejos, en septiembre del año pasado el kiosco del barrio fue asaltado por un caco que agredió a su propietaria de forma feroz. A los pocos meses (noviembre), el mismo establecimiento volvió a sufrir un episodio similar. Por no hablar, claro, de lo que vemos a diario. Gente que se dedica a hacer sus necesidades en plena vía pública, durmiendo en los portales ahora que llega el buen tiempo, o se encuentra tirada en cualquier esquina bajo los efectos del alcohol.

Sin duda, éste es un barrio que ha sufrido mucho. Quizá demasiado. Se le prometió que con el plan de vías sería remodelado. Ya ven, han pasado dieciséis años desde aquello y todavía ni han empezado las obras. Con suerte, veremos algo hacia 2025 tal y como apunta el nuevo convenio que se va a firmar. Se eliminó la barrera ferroviaria, cierto, pero se dejó un lugar desapacible y lleno de roedores como fue el «solarón» hasta que se inventaron un parque «low cost». Las entradas y salidas de la ciudad son de lo más difícil. La calle Sanz Crespo -antiguo acceso desde la autopista “Y”- fue cortada al principio para ejecutar el famoso soterramiento y hasta hoy. Quien quiera venir o salir de Gijón en dirección hacia el centro tiene que hacer auténticos vericuetos. Problemas que se unen a los de la simple convivencia y que hacen nuestra vida cotidiana más difícil. En verdad les digo, señores gobernantes, que la capacidad de aguante en Laviada casi no tiene límite.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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