Parafraseando a una famosa serie televisiva, el problema (problemón) demográfico que tiene Asturias, no es que esté llegando, sino que lo tenemos encima. Esto es, convive con nosotros y lo vivimos a diario casi sin darnos cuenta. Dicho de otra forma: es algo más que una cifra o fríos datos proporcionados desde las administraciones. Se muestra como una realidad palpable y cotidiana. El último estudio que nos presenta el Instituto Nacional de Estadística (INE) para 2017 es, sencillamente, aterrador. Mientras escribo esto, en nuestro paraíso natural, habrán fallecido 20 personas más de las que nacen. Es decir, el año pasado tuvimos un crecimiento vegetativo negativo -diferencia entre nacimientos y defunciones- de 7.140 habitantes. Todo ello, junto con el menor número de bebés nacidos desde que se tienen registros: sólo 6.013 niños. Para que se hagan una idea hace diez años hubo 1.600 más. Ostentamos, claro, la medalla de bronce en cuanto a caída demográfica, sólo superados en ese fatídico pódium por Galicia y Castilla-León.
Pues bien, siendo esto conocido -que cada vez mostramos estadísticas peores- lo más preocupante son las señales de esta decadencia. Las consecuencias de este declive que vemos a nuestro alrededor. Miren si no. Ustedes, al igual que yo, seguro que conocen muchos comercios en su barrio que no tienen continuidad. O sea, que una vez acabada la vida laboral de su titular, no hay quién quiera seguir con el negocio. Insisto, es habitual ver cómo ante un cartel de se traspasa por jubilación, no venga una segunda generación detrás que desee hacerse con la explotación. ¿Creen acaso que es casualidad? ¿Creen que nada tiene que ver con la pérdida paulatina de población? Más ejemplos. ¿Por qué en las ciudades asturianas el número de gimnasios es infinitamente mayor que el de guarderías? ¿No es un signo más de una sociedad envejecida y donde cada vez hay más tiempo para el ocio? ¿Por qué los principales paseos de nuestras urbes -tomen como referencia El Muro de San Lorenzo en Gijón- están más concurridos que las calles donde se ubican oficinas en horarios laborales? ¿Por qué aquí hablábamos de ligera recuperación del sector de la construcción, mientras que en otros lados hablan de un nuevo «boom» inmobiliario? ¿Por qué no existe ya un afán por abrir centros comerciales, cuando durante muchos años lideramos la estadística a nivel nacional? ¿Será quizá porque el consumo está a la baja?
Como digo, no crean que estas cosas nada tienen que ver con el desplome de la población. Somos cada vez menos -una Asturias menguante, diría yo- y eso se nota mucho. Desde las ganas por emprender, hasta las necesidades sanitarias que son (y serán) cada vez mayores. Vuelvo al principio: no se trata de que el «winter» demográfico «is coming», sino que ya está aquí.
@balbuenajm