Ayer comenzó el juicio del SOMA-UGT contra su ex secretario general, José Ángel Fernández Villa. El líder más sindicalista del mundo, al final, se tuvo que sentar en el banquillo, presuntamente acusado de apropiarse de 434.158 euros. Lo hizo, claro está, entre esa niebla que siempre rodea al personaje. En esta ocasión, debido a su estado de salud. Según un reconocimiento llevado a cabo el lunes por forenses del Instituto de Medicina Legal, su capacidad, aunque mermada, sigue intacta. No siempre ha tenido el mismo diagnóstico. Villa tuvo varios exámenes donde le reconocían una incapacidad por culpa de la demencia, pero en noviembre de 2016 fue declarado apto. Hasta ese momento (y en la actualidad), toda su estrategia se basó en que la enfermedad le impedía comparecer ante un tribunal y ser juzgado. La imagen de un Villa apagado, apoyado siempre en brazos de otros, nada tiene que ver con lo que fue. El hombre de hierro que durante más de treinta años gobernó su sindicato y, de paso, toda la política asturiana. Ahora, la organización que forjó como la más coriácea de España, dice que se llevó su dinero. Fíjense, precisamente a él, a quien nadie se atrevía a sostenerle la mirada en su etapa como máximo dirigente, le piden seis años de cárcel.
Según la acusación particular del SOMA, José Ángel, estuvo durante muchos años cargando gastos personales (puros, flores, libros…) al sindicato. Por no hablar, de una supuesta apropiación de fondos. Un ex presidente de Hunosa llegó a declarar en comisión parlamentaria que el dinero correspondiente a la organización iba directamente a una cuenta personal suya. Todo ello, sin que nadie se alarmase ni alzase la voz. Era lo normal. El señor del carbón mandaba y los lacayos obedecían. ¡Cómo para rechistarle! Su poder era tan inmenso -capaz de quitar o poner presidentes en la antigua Cajastur e incluso del Principado- que las cosas eran así y punto. Sin embargo, un día aciago en octubre de 2014 le recomendaron acogerse a una amnistía fiscal. Maldita sea. El declive y caída en picado fue inmediato cuando aparecieron de la nada 1,2 millones de euros en sus manos. Le expulsaron del SOMA y PSOE, además de saltar a la palestra el «caso Hulla» que todavía colea: la investigación judicial para determinar el origen de esa fortuna oculta. Y aunque parezca increíble, después de casi cuatro años de búsqueda, nada está claro. Dimes, diretes, rumores y muchas leyendas; pero ningún papel que lo incrimine. El dinero negro podría tener su origen en la construcción de un geriátrico en Felechosa. Obra faraónica del Montepío de la Minería que en aquella época parecía la cueva de Alí Babá: llena de ladrones. La niebla, otra vez, envuelve a José Ángel Fernández Villa.
@balbuenajm