Sí, por fin, el Plan General de Ordenación (PGO) ha sido aprobado de forma provisional por el Ayuntamiento. Sin duda, es la buena noticia de la semana. Ha sido a la tercera, tras dos pasos anteriores por el Pleno (febrero de 2016 y septiembre de 2017), y con mayor grado de consenso entre los grupos municipales. En realidad, esto se debe a que el PSOE esta vez se abstuvo, mientras que en anteriores ocasiones había votado en contra. Una postura, la verdad, que nunca nadie entendió muy bien. El caso es que este PGO tiene una virtud sobre los anulados: no se mete en honduras. Trata de ser simple y evita abrir polémicas como sucedió, por ejemplo, con el «plan Teixidor» (2007) que introdujo en nuestras vidas el concepto de «Urbs in rure»: ya saben, aquello de que la ciudad invadía el campo que produjo hasta manifestaciones. Caro nos costó. La noche negra del urbanismo gijonés empezó ahí cuando fue tumbado por los tribunales y el siguiente en la misma línea, también conocido como el «plan Sanjurjo» (2011), corrió la misma suerte. Más de una década, pues, sin un planeamiento urbanístico firme para esta ciudad que se ha hecho muy larga.
El nuevo PGO, como digo, tiene la virtud de la sencillez. No abre grandes bolsas de suelo -porque no se necesitan- y busca el equilibrio con actuaciones más blandas. Aquellos residenciales faraónicos (Cabueñes, Castiello, Porceyo o Granda) se han visto cercenados o muy mermados. El Gijón actual es bien distinto y eso tiene su reflejo. No necesita crecimientos agresivos puesto que se está tendiendo más hacia la rehabilitación. El número de edificios de nueva construcción sigue siendo bastante moderado, mientras que las reformas no paran de crecer. El que sea un plan, llamémoslo así, «light», también se nota cuando tiene que afrontar cuestiones escabrosas. Me refiero al suelo del antiguo astillero de Naval Gijón al que se le quiere transformar en un parque empresarial -«Ad gloriam» a la lucha obrera que allí tuvo lugar- evitando así cualquier uso residencial. El tiempo dirá, en función de cuánto tarde en desarrollarse esta zona del Natahoyo, si ha sido una buena decisión o no. Lo mismo que la renuncia a la vía expropiatoria en el ámbito del Rick’s, pidiendo a sus propietarios que «adapten su estética a los tiempos actuales» para evitar los tribunales. En resumen, conflictos en este planteamiento, a la postre, cero. Ahora, sólo falta que este nuevo PGO sea enviado en los próximos días a la Comisión de Urbanismo y Ordenación del Territorio de Asturias (CUOTA). El organismo del Principado tiene cuatro meses para revisarlo y emitir los correspondientes informes. Sólo faltaba que la CUOTA, que no dijo ni mu en los desastres anteriores, le pusiese pegas.
@balbuenajm