Estamos obsesionados. De eso, no me cabe la menor duda. Me refiero a los episodios de erupciones cutáneas que están sufriendo algunos bañistas en la playa de San Lorenzo, atribuidos, casi sin miramiento, a la calidad de las aguas. En concreto, el Ayuntamiento cifra en siete los casos atendidos por el Servicio de Salvamento. Según su versión, debido a «incidencias solares, acuáticas o reacciones alérgicas de otra naturaleza». Algo que está, más o menos, en la media de otros años. Sin embargo, la psicosis es tremenda. Basta que aparezca una mancha cualquiera en el mar, para que se levante la voz de alarma haciendo ruido. El otro día fue por un vertido presuntamente procedente del Recinto Ferial Luis Adaro. Una avería en un compresor, con la pérdida de aceite correspondiente, parece ser que tuvo la culpa. Antes la preocupación colectiva vino por las espumas provenientes del oleaje a la orilla del Piles. En cualquier caso, salvo los episodios registrados en mayo y junio -cuyo origen estuvo en las fuertes tormentas y el correspondiente alivio hacia el río- este verano no tiene nada de particular. Es como los demás, eso sí, con más lluvia de la deseada. La temporada pasada (y la anterior) tampoco teníamos depuradora y nadie atribuía los picores al agua de la playa. Incluso si me apuran, fíjense, podríamos remontarnos a los tiempos donde funcionaba la antigua «Plantona». Un sistema de pretratamiento -ojo, no de depuración- que en su etapa final estaba prácticamente de adorno debido a su obsolescencia.
Que todos los gijoneses deseamos tener en funcionamiento una estación depuradora en la zona Este, completar nuestro saneamiento y acabar de una vez con esta pesadilla, está claro. Lo queremos para hoy mismo. Ahora bien, dada la complejidad de un asunto judicializado, no podemos esperar milagros. Lo que se hizo mal desde el principio -empeñándose en ubicarla donde se sabía que iba a dar problemas legales- no se va a resolver ipso facto. Eso no quita, faltaría, para que sigamos insistiendo ante el ministerio de Medio Ambiente en que se necesita una solución urgente. Pero a partir de ahí, lo que veo es que se está magnificando el problema. Haciéndolo de un tamaño tan exagerado que parece una película de terror. Sólo falta que aparezcan por San Lorenzo unos individuos –preferentemente del ejército- ataviados con trajes para la lucha química. Sólo falta la imagen de una turbamulta aturdida saliendo del agua corriendo -como si estuviesen atacando tiburones- rascándose la piel de forma convulsiva. Seamos sensatos: esta ciudad lleva sin un saneamiento integral desde hace 27 años y hemos seguido disfrutando igual de nuestro arenal. Entonces, ¿cuál es ahora la diferencia?
@balbuenajm