Tal parece que la historia de Asturias es cíclica. Dicho de otra manera: se vuelve a repetir pese a los errores cometidos. Como saben, el gobierno de Pedro Sánchez, a través de su ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, está por la llamada «descarbonización exprés». Es decir, adelantar los plazos para el cierre de las centrales térmicas de carbón, pese a que no existe alternativa viable para garantizar el suministro a la gran industria asturiana. El cierre de las térmicas traería consigo, no sólo la pérdida de puestos de trabajos directos e indirectos como los del puerto gijonés de El Musel, sino también el aumento del precio de la electricidad, tal y como aseguran todos los expertos. Algo mortal de necesidad para nuestras fábricas -tres de los cinco mayores consumidores españoles de energía radican aquí- que necesitan costes asumibles para su actividad.
Pues bien, ¿qué es lo que se ofrece a cambio? O sea, si esta, llamémosla así, «reconversión industrial ecológica» se lleva a cabo, ¿qué es lo que gana Asturias? La respuesta es bien simple: dinero. Promesas de fondos que -al igual que ocurrió con lo mineros- acabarán gastándose en chorradas. La ministra Ribera los cuantificó en un 50% de las futuras subastas de las energías renovables. Ahora bien, el destino de ese engañoso y sibilino maná está aún por determinar. Vamos a ver, la comunidad autónoma con la tasa de ocupación (población empleada) más baja del país, ¿necesita subvenciones o generar puestos de trabajo? En el paraíso natural que se está quedando desierto debido a un declive demográfico intenso, ¿qué va a atraer población? ¿unos fondos estatales para la reconversión de empresas o su creación a través de la industria?
Desde luego, es como si estuviésemos en un «Déjà vu». Volver a vivir una etapa que considerábamos finalizada. No sé, igual, como en los viejos tiempos, nos proponen jubilaciones anticipadas a mansalva. Gente con menos de cincuenta años en casa y pasando los lunes al sol. O igual volvemos ver cómo los asturianos escapan de aquí comprándose una segunda residencia en Benidorm. O quizá, una nueva autovía -la AS-III o ecológica- que haga compañía a la minera. Pregunto, ¿es que en Madrid no ha aprendido nada? ¿Es que no ven que la política de fondos a tutiplén -regar con subvenciones el cierre de empresas- no trae nada bueno? ¿Acaso las cuencas, desiertas y empobrecidas, no son un buen ejemplo después de gastar miles de millones de euros de los fondos mineros? El presidente asturiano, Javier Fernández, lo sabe de sobra. Por eso fue a contarle a Sánchez lo que va a pasar si pone en marcha estos planes de forma acelerada. Sin embargo, Pedro contestó con un lacónico, casi indiferente, «tomo nota».
@balbuenajm