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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Una memoria desordenada.

obras-acceso-cripta-hermanos-lapena-klkb-u60370185585v1b-624x385rcBien, uno entiende que todo el mundo desea saber dónde está enterrada su familia. Por muchos años que hayan pasado desde la guerra civil, es normal que se quieran recuperar los restos de una cuneta, o escondidos en una fosa común aún sin identificar. También que ciertos símbolos sean retirados. Es verdad que en Italia o Alemania (sobre todo en este país) resulta imposible encontrar vestigios de las dictaduras que desarrollaron durante el siglo XX. Nadie se imagina, por ejemplo, que hubiese en Berlín una calle o un monumento a Hitler. Ahora bien, entiendo que todo esto debe hacerse bajo un cierto orden. Para ello, José Luis Rodríguez Zapatero, puso en marcha su famosa Ley de la Memoria Histórica en el 2007. Un conjunto de medidas -algunas que ya aplicadas- destinadas precisamente a ese fin. Así, hemos visto cómo se han cambiado nombre de calles o recuperado algunas construcciones correspondientes al conflicto bélico. Puesto placas identificativas en lugares señalados o buscado zonas de enterramiento masivo. Sin embargo, según parece, a esto se le que quiere dar una vuelta de tuerca puesto que cada autonomía va a tener la suya propia.

En Asturias, donde tanto gustan estas cosas, IU impulsa una ambiciosa norma que pretende poner en marcha tras el verano. Digo que resulta ambiciosa porque hasta prevé un «resarcimiento económico» a las personas que se opusieron al golpe militar y lucharon frente al franquismo. Algo que se me antoja difícil de concretar después de tantos años. Es más, no sé cómo se puede hacer de una forma justa y sin que nos lleve al sectarismo, algo en lo que resulta siempre tan fácil caer a la hora de tratar estos temas. Por si fuera poco, la segunda parte viene, claro, por la educación. La ley quiere incluir la «memoria democrática» en el temario de la ESO y el bachillerato de los jóvenes asturianos. Con lo cual, aquí contaríamos la guerra civil de una forma y en Madrid, sin duda, de otra. Todo ello en función de quién gobernarse en la autonomía de turno. Además, claro, de correr el grave riesgo de practicar una suerte de adoctrinamiento dentro del sistema educativo. Inculcar en el estudiante las conclusiones que debe sacar de antemano -quiénes son los buenos y malos- impidiéndole que razone por sí mismo. Fin último que debería tener cualquier buena formación que se precie. En definitiva, que la legislación nacional de Zapatero puede acabar convertida, cuando no anulada, por una pléyade de normas autonómicas indescifrables. Imagínense lo que puede resultar de 17 gobiernos queriendo cada uno recuperar la historia a su manera. Un lío, un barullo, que tendrá siempre presente la ideología, cuando no el revanchismo, como «leitmotiv». No esperen, pues, ningún rigor o visos de neutralidad en lo que pueda salir del Parlamento asturiano.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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