Enrique Álvarez Conde es un hacha. Se preguntarán, ¿y quién es ese señor? Pues bien, era el director del Instituto de Derecho Público, a la postre, quien se encargaba de organizar los famosos másteres de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). Digo que es un prodigio porque consiguió lo que cualquier oposición política anhela: acabar con la carrera política de una presidenta y ministra en medio de una polvareda inmensa. Primero, fue la de Cristina Cifuentes y ahora, la de la ministra de Sanidad, Carmen Montón. Sus tejemanejes al frente del departamento resultaban del todo obscenos. En la URJC había como una especie de sección VIP en la cual se ofrecía barra libre. Es decir, si eras un diputado raso con ínfulas, podías saltarte las reglas sin ningún escrúpulo. Dicho de otra manera: los alumnos normales seguían unas normas y los políticos otras bien distintas. Esto hacía, como es lógico, que los señalados en clase preferente deseasen tener en su currículum el famoso máster, más que nada, porque no requería ningún esfuerzo. Fíjense que en cualquiera de los tres casos que conocemos –Cifuentes, Montón y también Pablo Casado– los afectados dijeron que no lo necesitaban en absoluto. Entonces, ¿por qué se apuntaban? Podías no acudir a clase y daba igual, matricularte empezado el curso y ya, en el colmo de la corrupción de bajo nivel, te cambiaban las notas de forma telemática. Les extraña, pues, que ante un sistema tan laxo -yo diría que un auténtico coladero- el político de turno quisiese engordar sus estudios.
Sin embargo, con ser eso grave, no fue lo que más afectó a la ya ex ministra de Sanidad. En un martes frenético pasó de decir lo que habíamos escuchado antes «yo hice lo que me pidieron», a tener que dimitir de forma súbita. Todo ello, ojo, previo apoyo y ratificación de Pedro Sánchez. Las informaciones de La Sexta sobre un presunto plagio en su trabajo fin de máster resultaron letales. Una cosa es que te regalen un título y otra, encima, que copies de forma descarada. Montón no aguantó tanta presión y pasadas las nueve de la noche presentaba su renuncia. Algo que no cogió de imprevisto a Sánchez, ya que, en un tiempo récord, fue capaz de encontrarle sustituta. La veterana política asturiana, María Luisa Carcedo, será la responsable de la cartera y punto. Ahora la patata caliente pasa al presidente del PP, Pablo Casado. Cursó los mismos estudios y aunque los populares se han afanado en diferenciarse de los otros alumnos, está claro que esto le va a salpicar. Recordemos que el Tribunal Supremo tiene que decidir si le investiga, tal y como pide una juez. Si eso es así y se abre un proceso judicial, mucho me temo que la URJC se habrá cobrado su tercera víctima. De momento, van dos.
@balbuenajm