O quizá mejor titular esto: «Historia de lo que nunca debería haber sido». Porque, vamos a ver, ¿de verdad alguien se creyó que íbamos a tener una especie de sueldo de por vida pagado por nuestro Ayuntamiento? ¿De verdad alguien pensó que nos iban a garantizar 600 euros al mes por el simple hecho de nacer? Pues bien, con esas ínfulas nació la renta social municipal. Una prestación básica que pretendía ser la madre de todas. El maná municipal con el cual, prácticamente, nadie volvería a trabajar en esta ciudad. Y mira que ya lo hacen pocos, por cierto. Sin embargo, después de haber gastado 8,1 millones de euros en montar el sistema, ahora se ve que es imposible de mantener. No será porque no lo dijimos desde esta columna hasta la saciedad.
La tercera convocatoria no se puede cubrir con más de 500.000 euros. Resulta imposible puesto que saltan los controles. Recuerden que debido al dispendio que se hizo -orgía de gasto diría yo- se incumplió la ley. Hasta el propio equipo de gobierno admitió que le pasó por encima. El Consistorio gijonés está bajo la regla de gasto debido a que asumió lo que no podía. Nunca fuimos ricos, pero algunos quisieron jugar a ello. Pretendían hacer en esta ciudad una especie de «arcadia feliz» donde el dinero lloviese del cielo. La realidad, como ven, es muy distinta: la cuantía de esta prestación va bajando porque no queda otra. 4,3 millones de euros en la primera convocatoria, 3, 8 para la segunda y ahora, en el mejor de los casos, llegará a los 1,8. De momento, no más de medio millón y punto. Cubrir las necesidades de la renta social, que crecen como si le echasen levadura, lleva directamente a la quiebra. Todo ello, con el cabreo mayúsculo de IU y Xixón Sí Puede, a la postre, padres de la criatura social, que ven como el tinglado se desmonta antes de las elecciones. Al final, y después de mucho protestar, tuvieron que aceptar mediante la abstención tan exigua (para ellos) cantidad en la junta rectora de la Fundación de Servicios Sociales: o eso, o nada. Vuelvo a preguntar, ¿de verdad alguien se creyó que se le podía amueblar la casa a los gijoneses mediante las famosas «tarjetas white»? Aquí tienes una nevera, televisión o microondas y encima te controlamos para que no lo revendas, como llegó a suceder. ¿De verdad creen que podíamos comprarle a la gente desde pañales hasta ordenadores?
Miren la situación actual. Las ayudas para la rehabilitación de edificios se encuentras paradas: no se pueden dar más, ni siquiera afrontar las ya aprobadas. Las de alquiler de vivienda suspendidas porque se comieron el presupuesto en seis meses. Las de consumo energético en ciclo descendiente y con serias sobre cómo afrontarla. ¿Sigo? Lo dicho: nunca fuimos ricos.
@balbuenajm