Desde luego, yo haría caso al concejal de Xixón Sí Puede (XSP), David Alonso. Me refiero a la denuncia que presentó sobre el proceso de legalización de la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de la zona este. Como saben, parada por resolución judicial desde hace ya más de dos años. Alonso conoce el tema de sobra y suele estar bastante acertado. No sería la primera vez que pone el dedo en la llaga. Fue XSP -y en concreto él- quien sacó a la luz la rotura del emisario submarino de Peñarrubia con video incluido.
El estudio de impacto ambiental ahora realizado, según el edil, es «seriamente vulnerable» y fácil de tumbar por «falta de rigor». Está hecho sobre un proyecto modificado que nada tiene que ver con la realidad. Además de que es «muy mejorable, los planos están mal ejecutados y genera inestabilidad jurídica». Vamos, todo un compendio de defectos que ponen en peligro la puesta en marcha de la EDAR. Por si fuera poco, también afirma que la solución técnica elegida «no es la correcta, ni la adecuada». Lo que quiere decir que, en el caso de que entrase en funcionamiento, su rendimiento no sería el óptimo ni mucho menos. En resumen, si el Ministerio de Medio Ambiente quiere solucionar tan grave problema, quizá no está poniendo los medios más adecuados, sino todo lo contrario.
Recordemos que la EDAR fue declarada ilegal precisamente por eso: por presentar un estudio de impacto ambiental donde no se justificaba correctamente la ubicación elegida. Esto dio lugar a que contratasen uno nuevo -con objeto de subsanar las deficiencias y salir de este marrón- donde se ha vuelto a declarar a la zona de El Pisón como la mejor opción. Todo ello, pese a que el asunto se encuentra judicializado hasta los tuétanos. La oposición de los vecinos implicados es frontal. Tanto, como que no han llegado hasta aquí para darse por vencidos y presentarán batalla hasta el final. Es decir, recurrirán cualquier intento de Medio Ambiente por legalizarla. No les cuento ya si, la piedra angular del proyecto, esto es, justificar que es el lugar adecuado mediante un estudio riguroso, se encuentra viciado como nos cuenta Alonso. Entonces, sí que podemos echarnos a temblar. La situación de verter sobre nuestra bahía las aguas residuales de una población equivalente de 150.000 habitantes, podría alargarse «sine die». Los veranos como el pasado, donde la playa estuvo en boca de todos para mal, se repetirían uno tras otro. La sensación colectiva de que San Lorenzo está entre aguas ponzoñosas (con basura y ratas muertas incluidas), se elevaría hasta el infinito. ¿Les gusta este panorama? A mí tampoco. Por tanto, no podemos permitirnos volver a tropezar en la misma piedra. A la Administración no la pueden volver a pillar. Una vez ya estuvo bien.
@balbuenajm