Cada día que pasa se ve más claro que el famoso Consejo de Ministros del 21-D no ha servido para nada. Más bien, todo lo contrario. El gobierno de Pedro Sánchez intentó hacer algo normal -trasladar a una comunidad autónoma una reunión del Ejecutivo- allí donde reina la anormalidad. Ese viernes en Barcelona se habló más de los disturbios causados por los famosos CDR, que de las medidas que se adoptaron. Entre ellas, una que llama poderosamente la atención. Se aprobaron 112 millones de euros para las carreteras catalanas como regalo. Imagínense lo que podríamos hacer en Asturias con ese dinero extra, acostumbrados a bastante menos. En concreto, en 2108 sobre unos 50 millones. Eso, repito, por recibirles con manifestaciones violentas y considerar el Consejo una provocación. Menos mal, digo, que la «normalidad», según el Gobierno, estuvo presente durante la jornada porque si no…

Ahora bien, la puntilla a esta estrategia de pacificación vino el día de Navidad. En una ofrenda floral al primer presidente de la Generalitat, Francesc Macià, el actual titular, Quim Torra, desveló que entregó a Sánchez una «propuesta de acuerdo democrático» con 21 puntos. Algunos tan chuscos como los siguientes. Primero: «Desfranquización de España y el aislamiento del fascismo y la ultraderecha». Oigan, ¿qué es eso de la «desfranquización de España»? ¿Acaso no hace 43 años que murió el dictador? ¿En qué realidad vive (o quiere vivir) este hombre? Segundo: «Regeneración democrática y ética como fundamentos para la discusión política». Tócate las narices. Nos exigen ética desde la comunidad que vivió con el tres por ciento. Allí donde un tal Pujol y familia saqueó las arcas de manera impune, creando una de las mayores redes de corrupción conocidas. Y tercero: «Ejercicio del derecho a la autodeterminación, con una comisión internacional que medie». Me parto. ¿Qué gobierno de España puede aceptar esa «mediación internacional»? ¿Cómo cree el que ayuna en Montserrat que es posible pasarse por el forro la Constitución de esta manera? Sin embargo, de no aceptar Sánchez estas condiciones leoninas, avisa, puede darse por muerto políticamente. Es decir, no le van a aprobar los presupuestos, lo cual, supongo, le llevaría a convocar elecciones anticipadas. Algo que Moncloa no quiere ni por asomo. Su táctica es resistir, aunque le peguen patadas una y otra vez desde Cataluña.

Una de las columnas que tomó (asoló, deberíamos decir) Barcelona durante esa jornada, llevaba un nombre muy revelador «Seremos ingobernables». Sin duda, que lo están consiguiendo. No se puede trasladar hacia el exterior una imagen peor. La de un territorio donde los antisistema toman las calles a su antojo, a la policía se la deslegitima continuamente y el presidente, encima, les jalea. El independentismo está llevando al límite a Cataluña .

@balbuenajm