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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Comparaciones odiosas.

42576633-624x387-kx2c-u707628276890dg-624x385el-comercioEl Corredor Atlántico va cogiendo peso. Me refiero a que sus principales actores, la España despoblada, llamémosla así, está poniendo toda la carne en el asador para que salga adelante. El martes tres presidentes de las comunidades más implicadas, a la postre, Galicia, Castilla y León junto con Asturias, estuvieron presentando en Madrid el proyecto ferroviario para el transporte de mercancías en el Noroeste. Un acto político de unidad que cobra mayor valor si cabe, debido a los tiempos electorales que vivimos. En el mismo, se reivindicó la igualdad de condiciones con el todopoderoso Corredor Mediterráneo. Un lobby que lleva años aglutinando a un sinfín de empresas, políticos y representantes de la sociedad civil del levante. Por el contrario, los primeros pasos del Atlántico fueron timoratos. A la reunión de constitución de la plataforma empresarial ni siquiera vino el ministro de Fomento, José Luis Ábalos. Dejó a todo el mundo colgado en septiembre del año pasado al suspender la visita prevista, mientras que se marchaba al del Mediterráneo para anunciar una pléyade de inversiones. Entre otras, que tendría ancho internacional -el que utiliza el AVE- desde Algeciras hasta la frontera francesa incluso antes de lo previsto: se comprometió a terminarlo en 2021, cuando el plazo establecido era para 2025. Compárenlo con los túneles de Pajares donde todavía estamos discutiendo el ancho de vía y 2020 está cogido con alfileres como fecha de finalización. En fin…

42440103-624x416-klrc-u70726680148stg-624x385el-comercioSin embargo, parece que Ábalos ya se ha tomado este proyecto un poco más en serio. Quizá también porque el 28 de abril hay cita con las urnas. La semana pasada presentó los planes de su departamento para el corredor. Eso sí, con números algo irreales. Según Fomento, la inversión para su totalidad es de 41.447 millones de euros de los que sólo quedan por ejecutar 16.572. La verdad, los 24.875 millones invertidos desconocemos dónde han ido a parar. Desde luego, a este paraíso natural, sin duda, no. Ya quisiéramos tener un ferrocarril en Asturias con semejante respaldo financiero. Más bien, lo contrario. Una red de cercanías moribunda por los temporales, una conexión con la meseta que lleva dieciséis años construyéndose o unos 500 millones de euros que son necesarios para modernizar trazados y nunca aparecen. Ahora bien, la teoría del ministro es que hace falta sólo ese pico. Vale, ¿y de dónde va a salir? ¿quién lo va a poner si la Unión Europea todavía no reconoce de pleno este eje Atlántico? ¿Cómo no vamos a sentirnos discriminados con el Corredor Mediterráneo si allí están acabando las obras y nosotros ni las hemos empezado? ¿Cómo no sentir cierta envidia si tienen plazos concretos y aquí nos seguimos moviendo entre la niebla? Desde luego, hay comparaciones que resultan odiosas. He aquí un buen ejemplo.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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