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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

El dogma.

renta-social-gijon-kmbb-u70835982485wlg-624x385el-comercioA los que defienden la renta social «casi como un dogma», yo les preguntaría qué programa social piensan entonces recortar. ¿El servicio de ayuda a domicilio, quizá? ¿O puede que del convenio con el centro especial de empleo de Apta? Pregunto, ¿no merecen también otros colectivos recibir subvenciones del Ayuntamiento? ¿A quién desvestimos para vestir el santo de la renta social municipal? ¿O es que algunos creen que el dinero llueve del cielo cuando hablamos de esta prestación? Verán, el problema es que nació con unas ínfulas de órdago. O sea, que iba a ser una especie de maná que tendría efectos milagrosos. Desde favorecer a los más vulnerables, hasta asegurar el futuro del comercio local. Todo ello, bajo el objetivo –Carmen Moriyón, dixit- de que en nuestra ciudad nadie tendría unos ingresos inferiores a 600 euros al mes. Algo que un país como Filandia puso en práctica como experiencia, llegando a la conclusión de que era irrealizable. Los individuos que recibían 560 € mensuales sin ninguna contraprestación, renunciaban a la búsqueda activa de empleo.

40496198-624x415Sin embargo, aquí, por razones ideológicas, claro, se puso en marcha. Resultado: en menos de dos años no se puede mantener. La concejala de Servicios Sociales, Eva Illán, lo confirmaba la semana pasada. En 2019 no habrá dotación para la misma, porque, entre otras cosas, estamos en prórroga presupuestaria. Ahora bien, sus defensores, como piensan que es el «Bálsamo de Fierabrás», niegan la mayor. Es decir, que después de 5,5 millones de euros gastados nadie ha salido de ese círculo de pobreza, si no todo lo contrario. Cada convocatoria el número de solicitudes es mayor. En la última, fueron 4.236 que colapsaron por completo los centros municipales. Con el agravante, digo, de que el orden de llegada, como si se tratase de una carrera de fondo, importaba. El que presentaba la instancia antes tenía más posibilidades de conseguirla, independientemente del grado de necesidad que tuviese. Vamos a ver, si estamos en un ciclo económico de bonanza, ¿por qué el número de usuarios de la renta social no para de crecer? ¿No estaremos creando un colectivo -de tamaño similar a un barrio de Gijón- que está enganchado al subsidio de forma permanente?

Por último, otro de los argumentos para su mantenimiento tiene tela: el que revitaliza al comercio local. Oigan, curiosa forma de entender cómo funciona una economía. Se les quita a unos gijoneses a través de los impuestos, para entregárselo a otros que se dedican a gastarlo. Por esa regla de tres, podrían revitalizarse hasta los cines en nuestra ciudad. El Ayuntamiento compraría las entradas para regalarlas y punto. Conclusión: al sector le importaría un bledo la llegada de Netflix ya que las salas siempre estarían llenas. No sé, seguro que algunos también lo verían como «una inversión cierta en la economía local».

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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