Verán, cada día estoy más convencido de que el nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGO) ha condenado al Natahoyo. Me refiero a que la imposición política de que ese suelo sea para oficinas y actividades en relación con la denominada «economía azul», impedirá la eliminación de una de las «zonas cero» de Gijón. Esto es, de una auténtica cicatriz en la trama urbana que podría haberse erradicado con este PGO. Todo ello, si se hubiese considerado la opción de catalogarlo como residencial. Recuerden que el planeamiento eligió esta opción para los terrenos del antiguo astillero de Naval Gijón, en aras del consenso para sacarlo adelante. Lo suyo, digo, es que el desarrollo de viviendas que se hizo en Poniente tuviese continuidad. Sin embargo, se quiere poner en marcha un llamado «Distrito Azul» cuyos números no cuadran ni por asomo.
A finales del pasado mes de marzo se presentó en el Parque Científico y Tecnológico -cuyo éxito pretende imitar este proyecto- un estudio elaborado por una consultora. El mismo, dejaba bien claro que tenía que ser realizado en su totalidad de manera pública. Es decir, la iniciativa privada jamás iba a entrar en una operación que nunca le sería rentable. Al coste de llevar a cabo los edificios de oficinas (47 millones de euros, aproximadamente), le habría que sumar el precio del suelo fijado por sus actuales propietarios (unos 34 millones, si mantienen la tasación). En total, hablaríamos de unos 81 millones de euros para vender el precio metro cuadrado entre los 1.500 y 1.900 euros. Vamos, un auténtico disparate. Por eso, la consultora sostiene que si se quiere el «Distrito Azul» habría que tirar de lo público para su construcción y gestión. Algo parecido a lo que se hizo con la Zona de Actividades Logísticas e Industriales de Asturias (ZALIA) y que todos sabemos perfectamente cómo acabó: la ruina total.
Si se hubiese permitido hacer pisos en esa zona, combinado con ese concepto de «economía azul», obtendríamos otra cosa bien distinta. Ojo, no lo digo yo, sino el propio estudio. Primero, porque haría atractivo el desarrollo para la promoción privada justo ahora que parece resurgir y segundo, se llevaría a cabo de manera mucho más rápida la urbanización de la zona. Piensen que, por ejemplo, la Autoridad Portuaria ya ha intentado vender anteriormente sus terrenos sin éxito. Nadie se ha interesado por ellos. Pues bien, los ha puesto de nuevo en el mercado y encima les ha subido el precio. Sin duda, lo mejor para encontrar un comprador. Por tanto, no duden de que tendremos Semana Negra en el antiguo astillero durante muchos años. Quizás toda la vida. El proyecto azul que ahora se nos presenta es una entelequia imposible de realizar en la actualidad. Pregunto, ¿de dónde van a salir los fondos para semejante inversión? Natahoyo del alma, ¡cuánto te queda por esperar!
@balbuenajm