Una alta participación en las elecciones (75,79%) siempre significa que va a pasar algo. O dicho de otra forma: en las noches electorales hay grandes ganadores y perdedores. Este último caso, es lo que le ha sucedido al PP. Ha sido el gran derrotado de estos comicios del 28 de abril. Con unos resultados tan malos (66 diputados) que hasta la propia estructura del partido se va a resentir. Una auténtica catástrofe que no se la imaginaba Pablo Casado, ni en la peor de las pesadillas. Por su parte, el PSOE ganó tal y como le habían diagnosticado más o menos las encuestas (123 escaños). Ahora bien, lo que ha hecho mejor su victoria es la diferencia con respecto al PP. A poco se quedó de doblarle, tanto en porcentaje de voto, como en parlamentarios. Ya nadie le podrá decir a Pedro Sánchez que nunca ha ganado unas elecciones. Eso sí, le ha costado.
Además de los socialistas, también en Ciudadanos están de celebración. Conseguir aumentar en 25 diputados su representación en el Congreso es un éxito para el partido naranja. Se han quedado muy cerca del PP, casi echándole el aliento en la nuca. Unidas Podemos se movió dentro del hundimiento esperado. Para nada, ha sido una sorpresa -ante los problemas internos- sus 42 diputados, contando los de Compromís. Vox fue viento, pero en ningún caso huracán. Su entrada en la política nacional es notable, no fuerte, ni arrasadora como se esperaba. A algunos 24 escaños les va a saber a poco.
Por último, no tiene pinta de que se repitan de nuevo los comicios, gracias a Dios. Pedro Sánchez tiene varias opciones para constituir gobierno, también la de volver a sumar con los independentistas. Todo ello, pese a que el nacionalismo ha vuelto a subir. ERC, PNV y EH Bildu consiguieron unos buenos resultados. Próxima estación: las municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo.
@balbuenajm