Hace poco se celebró en Gijón una jornada para presentar el denominado «Plan de impulso al emprendimiento para la innovación en el sector portuario». En la misma, el ex presidente de Puertos del Estado, José Llorca, dejó bien claro que vivimos momentos de cambios intensos. Es decir, que la actividad de los puertos va a transformarse a marchas aceleradas y deben adaptarse. Llorca explicó que la descarbonización de la economía afectará especialmente a los entes portuarios graneleros. O sea, justo lo que es El Musel. Su inevitable pérdida de tráficos -no sólo en carbón, sino también en productos petrolíferos- debería ser compensada por el gas. El nuevo combustible que se utilizará en el transporte marítimo y que va a protagonizar esta revolución. De hecho, señaló que nuestra dársena goza de una importante ventaja competitiva al tener la regasificadora. Una infraestructura, según dice, vital para el futuro, que no acaba de ponerse en marcha.
Efectivamente, la planta gasística está hibernando desde 2012 y jamás la vimos operativa. Su silueta en el horizonte gijonés -dos grandes tanques- lleva acompañándonos la friolera de siete años, sin que veamos avance alguno. En principio, está pendiente de una autorización medioambiental que no acaba de tramitarse. El actual presidente de Puertos del Estado, Salvador de la Ercina, la volvió a reclamar hace poco ante el Ministerio de Fomento. Ahora bien, el permiso para su funcionamiento no acaba de llegar. El Musel sigue perdiendo tráficos -el cierre acelerado de las centrales térmicas es una de las razones- y el horizonte no se ve nada despejado. El que esta regasificadora haya servido sólo para visitas escolares es un dislate. El que una inversión de 380 millones de euros se encuentre parada, también. Sin embargo, lo peor es que una herramienta para mitigar la caída de los graneles no se pueda utilizar. Paradoja sin igual que sólo ocurre en nuestro paraíso natural.
El puerto es vital para la economía de la ciudad y por ende asturiana. Su transición hacia una nueva coyuntura, está resultando preocupante porque ningún proyecto parece materializarse. La autopista del mar se encuentra durmiendo el sueño de los justos. De momento, su fecha de apertura está más que en el aire. La Zona de Actividades Logísticas e Industriales de Asturias (ZALIA) todos sabemos cómo se encuentra. En la ruina e intentando sobrevivir. La ZALIA fue creada para dar servicio al «superpuerto», pero, la realidad, es que se está intentando vender el suelo a cualquiera. Lo de menos es que tenga un componente logístico. Sin duda, El Musel 4.0 no tiene pinta de aparecer a medio plazo y la llamada «cuarta revolución industrial», tal y como la denominó José Llorca, es un hecho más que evidente. Pregunto, ¿acaso piensa la Autoridad Portuaria que el futuro está en la llegada de cruceros?
@balbuenajm