Un pequeño rayo de esperanza surgió el pasado miércoles desde el Consistorio. Me refiero a que el Pleno del mes de septiembre, se pareció bastante a lo que tiene que ser: un ágora donde se debaten temas referentes a la ciudad y que importan a los ciudadanos. En definitiva, la «micropolítica». Se preguntarán, si esto es lo que debería ser normal, por qué lo digo. Bueno, básicamente, debido a que no siempre ha sido así. Recuerden que en la legislatura pasada tuvimos que soportar debates -tostones en muchos casos- sobre cosas que nada tenían que ver con Gijón. O sea, ver discutir durante horas sobre la concordia mundial o los efectos en Colombia de la rotura del proceso de paz. Fíjense que el culmen del despropósito fue cuando, sin comerlo ni beberlo, se nos declaró antiisarelíes con motivo de un partido de la selección española de fútbol. Lo cual, bien es cierto, nos hizo aparecer en los titulares de medio mundo, haciendo olvidar casi el evento deportivo.
Pues bien, digo que este Pleno fue positivo ya que se discutieron cuestiones muy diversas y que afectan a la ciudad. Desde la necesaria inversión prevista de 1,6 millones de euros en el parque de Isabel La Católica, pasando por la ampliación de las becas de comedor para las familias y acabando por el rechazo a la implantación de una tasa a los dueños de perros. Algo, por cierto, que me llamó la atención. Según Foro, grupo que del que partió la iniciativa, sería de carácter simbólico y para «mejorar los servicios que se ofrecen a las mascotas». En fin, si apenas se cobra nada y, en cambio, va a dar trabajo burocrático para su recaudación, ¿de qué vale entonces? Por otra parte, no se puede transmitir la idea de que desde nuestro Ayuntamiento se grava todo lo que se mueve. Ya sean personas, animales o cosas. Las mascotas domésticas, como vemos cada día, representan una parte muy importante de Gijón. Tanto, que hay más que niños y adolescentes juntos. Dense una vuelta por el parque del «solarón» y lo comprobaran. Ni un solo rapaz jugando y una pléyade de perros devolviendo la pelota a sus dueños. No tiene sentido, pues, que se ponga una tasa a lo que para muchos es su única compañía. Sería un impuesto a la soledad.
Además, se está extiendo la idea de que los tributos son finalistas. Es decir, pongo uno a tu perro para crearle un parque como era la justificación en este caso, o en los llamados ecológicos con objeto de cuidar el medioambiente. Miren ustedes. Una vez se ha recaudado el fin es completamente ciego. Nuestro dinero sirve para muchas cosas. Pagar nóminas y servicios, hacer obras o cualquier otra necesidad. No se puede extender la idea -ahora que vamos a tener una subida de la tributación municipal – de que se hace con un objetivo concreto porque es incierto. Pagamos y luego el destino sabe Dios cuál será.
@balbuenajm