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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Las trompetas de Jericó.

Siempre que ha habido una reconversión industrial nos ha tocado perder. Es un hecho. Díganme sólo una, de las muchas que ha habido en Asturias, donde hayamos ganado algo. Es decir, aumento del empleo, empresas o un mayor dinamismo económico. Siempre, claro, ha sucedido lo contrario. Más gente para casa, merma considerable del tejido empresarial y mayor emigración en busca de oportunidades. Recuerden que sólo en seis años (2006-2012) se prejubilaron en nuestro paraíso natural a 3.400 mineros con edades inferiores a 50 años. ¿Acaso alguna vez se recuperaron estos puestos de trabajo? La respuesta es no. Tampoco, por supuesto, los de la naval o siderurgia que ahora pasa por uno de sus momentos más críticos. Por tanto, hablar de reindustrialización y que luego quede en nada lo prometido es parte de nuestra historia. La de una comunidad menguante que es incapaz de crecer y que, cuando le aplican una reconversión, acaba siendo aún más pequeña.

Digo todo esto por la visita de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, del pasado lunes. Como si fuese un rey mago, vino diciendo que a las comarcas mineras le van a volver a llover los millones. ¿Les suena? Sí, es la misma historia de los fondos mineros. Según la ministra, serán sobre 600 millones de euros –algo más de unos 200 de inversión aquí- para compensar los efectos negativos de la descarbonización. Ya saben, ese proceso que Ribera quiere acelerar a todas luces. La apuesta de su ministerio es «materializar proyectos para revitalizar las zonas afectadas y fijar población». Una milonga, perdónenme, como una casa. De hecho, decir que esto será una realidad entre mayo y septiembre del año que viene, cuando ni siquiera sabemos si tendremos un Gobierno después del 10 de noviembre, tiene bemoles. Pregunto, si más que probablemente tampoco vamos a tener Presupuestos Generales del Estado, ¿de dónde va salir este maná? Además, para que se den una idea de cómo esto es un castillo de naipes, dijo que esperaba para Lada –donde se cierra una central térmica- un «almacén energético» en colaboración con las eléctricas. Oigan, ¿qué demonios es eso? Por supuesto, la compañía Iberdrola lo desmintió asegurando que «no tiene nada contemplado». Después del desmantelamiento, al igual que en Tineo, la nada.

El proceso de transición ecológica –con la renuncia al carbón y penalizaciones hacia la industria- es una pura entelequia. No hay alternativas. Aquí nos afecta de lleno, puesto que otro pilar de nuestra comunidad, a la postre, Acerlor-Mittal, lo está sufriendo. La ministra piensa que, al igual que en la historia bíblica de Jericó, va a derribar las murallas de una presunta industria contaminante con sólo tocar las trompetas. Sí, esas mismas que nos prometen un mudo feliz donde viviremos del sol, viento y agua.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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