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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

La (no) precampaña.

Desde luego, no será la ilusión ciudadana lo que moverá el voto en los próximos comicios del 10 noviembre. Más bien, lo contrario. Estamos a poco más de dos semanas y no se nota en absoluto ambiente electoral. Incluso vemos a los políticos desganados, sin nada nuevo que decir. Repitiendo frases manidas y tirándose los trastos de siempre a la cabeza. No digamos ya los votantes, porque, sin duda, de lo que más hablan en las tertulias de bar es sobre si van a ir o no a las urnas. Es tal el hartazgo de tener que volver a intentar formar Gobierno -lo que al final se dilucida en estas elecciones- que ni siquiera tenemos formato de precampaña. En otras circunstancias, asistiríamos a un hervidero de actos, mítines y proclamas. Sin embargo, nos encontramos con que prácticamente todas las formaciones han repetido los mismos candidatos del 28 de abril. Como digo, prima más el aburrimiento y el cansancio que cualquier otra cosa.

Ahora bien, la gran motivación -como era previsible- está en el tema de Cataluña. Los graves disturbios que allí se están produciendo a cuenta de la sentencia del «procés», es lo que más está marcando tendencias. De hecho, podríamos decir que prácticamente es la única circunstancia que puede hacer cambiar el voto. En como resuelva esta crisis por parte del Gobierno en funciones de Pedro Sánchez, estará gran parte del futuro electoral del PSOE. Sánchez lo sabe y por eso anda cauto. No entra al juego de reuniones que propone el presidente de la Generalitat, Quim Torra, a la postre, encantado con tanta algarada callejera diaria. Digo más, el eterno problema catalán ya ha tenido una consecuencia clara: radicalizar aún más las posiciones. El centro, como ocurrió el 28-A, parece haberse volatizado y todo el mundo es de un bloque. O de la derecha, o de la izquierda. Cuanto más aprieta Torra y sus secuaces, más se escora el electorado hacia una de las dos posiciones. No parece que haya medias tintas. O se es de un lado, o del otro. Quien más ha ganado con días como el famoso viernes de los encapuchados en Barcelona, han sido las opciones más radicales. Vox iba cayendo en todos los sondeos y en la actualidad está recuperando aire. El eterno problema catalán, repito, escora al electorado hasta límites insospechados.

Por último, tal y como están las encuestas podemos estar seguros de una cosa: este país seguirá siendo ingobernable. Escaño arriba o abajo, el trasvase entre bloques no se produce. Nadie mueve el voto si no es dentro del mismo espectro político. Puede subir el PP a base de la caída de Ciudadanos, o el PSOE por la división de Podemos. En todo caso, el panorama para el día después 10-N, es bastante similar al que tuvimos en abril. Volveremos a ver meses y meses de negociaciones para intentar obtener un pacto de legislatura. Un «Déjà vu» que parece no acabar nunca.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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