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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Economía doméstica.

¿Qué le sucede a una familia que no ahorra, es decir, que sus gastos mensuales superan a los ingresos? Muy fácil, que necesita endeudarse para salir adelante. Tiene que acudir a la financiación externa, o sea, a continuos préstamos bancarios, para poder llegar a fin de mes. Al principio, la deuda será pequeña, ahora bien, irá aumentando progresivamente. Lo normal es que en una casa haya también imprevistos. Por ejemplo, que se estropee la lavadora. Entonces esa bola de nieve crecerá hasta acabar pagando en intereses la mayor parte de los ingresos. Pues bien, esta reflexión de economía doméstica es la que ha hecho la Intervención municipal gijonesa sobre el proyecto de presupuestos para el año que viene.

La interventora, Belén Grana, dice que «el margen de maniobra o ahorro neto queda prácticamente eliminado». Fíjense que sobre un monto total de 233,03 millones de euros apenas sobran 739,13. O lo que es igual: que el Ayuntamiento no es capaz de generar los ingresos suficientes para mantener un elevado gasto corriente. Es como si, volviendo al ejemplo anterior, a primeros de mes ya estuviesen gastados todos los salarios que entran en casa. Además, Grana sostiene que «este presupuesto supone una renuncia a la autofinanciación a costa del endeudamiento neto interanual». Traducimos: que se tendrán que pedir más préstamos, ojo, no para financiar inversiones que redunden en la ciudad, sino de cara a poder pagar simplemente los sueldos del personal. En definitiva, que la interventora avisa de que, si en el último presupuesto aprobado (2017) el ahorro neto fue de 3,8 millones de euros, en el actual vamos a acabar teniendo que acudir a los bancos.

El problema para cuadrar las cuentas en los últimos tiempos siempre viene del mismo lado: los ingresos. Se renuncia a aquilatar costes, eliminando lo redundante o superfluo, para fiarlo todo a las subidas impositivas como forma de compensación. Es lo que ha hecho, sin ir más lejos, nuestro Ayuntamiento. Nos dice que va a rebajar a 35 horas la jornada laboral de los funcionarios, así como otras medidas chocantes como bajar (o facilitar gratuitamente) el precio del billete del autobús. En cambio, pretende cubrir este incremento de costes con nuevos tributos cuyo resultado final desconocemos. Si se suben las tasas a los cajeros automáticos a pie de calle, ¿qué creen que van a hacer las entidades financieras? Sí, meterlos dentro de las oficinas, como ya hacen en la mayoría de las sucursales. Si vamos a cobrar a las compañías telefónicas por el cableado que tienen en Gijón, ¿cómo lo vamos a saber exactamente si son ellas quienes disponen de esos datos? Resumo, el equilibrio presupuestario parece haber pasado a mejor vida. Lo que mola ahora es endeudarse a nivel local, autonómico o estatal. Sin embargo, resulta obvio que las deudas hay que acabar pagándolas, ¿o no?

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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