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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Reflexiones sobre movilidad.

Cualquier plan de movilidad que cojan -sea a nivel local, autonómico o nacional- tendrá un objetivo: eliminar el coche de la faz de la tierra. Eso sí, ninguno lo ha conseguido. Es más, en el caso de nuestro paraíso natural ha sido casi al revés. Dada la carencia de medios de transporte alternativos, al final todos acabamos acudiendo a la carretera. En el desayuno-coloquio organizado por EL COMERCIO el pasado jueves, nos contaron que el 74% de los desplazamientos interurbanos en el área central asturiana se realiza en vehículos particulares. Lo cual a algunos les parecerá una burrada. Incluso se echarán las manos a la cabeza. Ahora bien, que me digan cuál es su propuesta para cambiarlo. Es decir, cómo van a seducir a un viajero para que deje el coche en casa y utilice otro medio cualquiera. Actualmente, a mí se me antoja difícil.

Pongamos el caso de muchos gijoneses que a diario tienen que salir y entrar a la ciudad. Si trabajan en un polígono industrial cualquiera, lo tendrán en hebreo para que les cuadren las frecuencias o paradas de autobuses. Si tienen que moverse hacia Oviedo o Avilés se encontrarán con las siguientes opciones. Una, tomar un autobús de la única empresa que los ofrece. Y dos, ir en tren. En el primer caso, van a tener que padecer una estación incapaz de resguardarlos de temporales como los que sufrimos esta semana. En el segundo, subir toda la calle Sanz Crespo -ir hasta casa Dios, en definitiva- para llegar a la estación provisional. Una vez ahí se la juegan. Esto es, el tren, como todos sabemos por desgracia, es un medio de transporte residual. Se acude a él cuando no nos queda más remedio. Durante este verano la BVA (Baja Velocidad Asturiana) tuvo más de mil incidencias en sus líneas. Desde quedarse sin gasóleo como ocurrió en LLanes, hasta que no hubiera piezas (ni conductores) para reparar las locomotoras. En definitiva, un desastre. Ya me dirán cuánto valor se necesita para subirse en el ancho métrico o el convencional, si queremos movernos por Asturias.

Sin embargo, nunca se dice nada de hacer más fluida la circulación y evitar atascos. Como digo, esos gijoneses que a diario viajan al trabajo -muchos menos, por supuesto, que los que pasean por El Muro- se encuentran con las entradas y salidas de la ciudad colapsadas. Me refiero, por ejemplo, a la del Llano o Viesques. Diseñadas hace muchos años y que nunca se ha vuelto a remodelar. Siguen siendo exactamente las mismas, o sea, construidas bajo los patrones del siglo pasado. Pregunto, ¿cuándo se piensa hacer algo por el tráfico en Gijón? ¿Acaso este abandono se va a utilizar también como arma disuasoria para dejar de utilizar el coche? Escuché que construir el tercer carril en una saturada autopista «Y» -llevamos más de 7 años esperando- era incentivar el uso del vehículo particular. Por favor…

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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