Con la aprobación de los presupuestos llega la normalidad. Esto es, no habrá que pasar por las penurias burocráticas que sufrimos durante los últimos años. O sea, retrasos en el pago a diversos colectivos, falta de inversiones y tremenda atonía en la vida municipal. Recuerden que la forma del gasto a la que estábamos acostumbrados era la siguiente. A una asociación (o gijonés cualquiera) que dependía del presupuesto por cualquier circunstancia, casi nunca le llegaban los fondos a tiempo. En el mejor de los casos, se podía encajar la partida correspondiente dentro de algún crédito extraordinario aprobado por un pleno municipal convocado «ad hoc». Le ha sucedido a quienes esperaban el pago de una subvención o al tejido asociativo que salió adelante como pudo. En resumen, que bienvenida sean unas cuentas que aportan seguridad a nuestro Ayuntamiento. Como saben, motor de Gijón por excelencia debido a su enorme presencia en nuestra vida diaria.

A eso, a que por fin volvemos a ser normales, hay que añadir una lectura política. De hecho, con la aprobación de estas cuentas podemos intuir por dónde va a ir la legislatura. Tengan en cuenta que este acuerdo entre tres partidos -aunque resultó bastante fácil- tuvo también sus intríngulis. Hubo que convencer a Podemos-Equo para que al final se abstuvieran. Eso sí, repito, sin demasiado esfuerzo puesto que habían sido aceptadas casi todas sus enmiendas. Podríamos decir que el equipo de gobierno municipal del PSOE e IU lo tuvo a huevo, con perdón, en comparación con el bloqueo que padeció Foro durante la pasada legislatura. Tenemos, pues, un tripartito aunque sea de manera imperfecta. La portavoz de la formación morada, Yolanda González Huergo, lo dejaba bien claro en estas mismas páginas el domingo. «Seremos un martillo pilón», refiriéndose a que cualquier incumplimiento les tendría en frente. Es más, asegura que la falta del voto favorable representa precisamente eso: que sólo es una cuestión de confianza y no un cheque en blanco para la gestión socialista. Seguro que habrá más de una tirantez entre ellos. Incluso González va más allá y nos asegura que para el próximo año, pese a que queda todavía mucho, pueden cambiar de criterio.

Esa sintonía de la que hacen gala PSOE, IU y Podemos-Equo fue la que le faltó en los cuatro años anteriores. Fíjense que siempre estuvo rondando sobre la ex alcaldesa, Carmen Moriyón, esa famosa moción de censura que nunca se produjo. El último intento, por cierto, promovido por Aurelio Martín de IU que lo formuló de manera entusiasta. No sé, supongo que en este pacto tan temprano habrá tenido algo que ver también el abrazo de Madrid. Ya saben, que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se fundiesen a las 48 horas de las elecciones para formar gobierno. Sin eso, hubiese sido casi imposible.

@balbuenajm