A la red de cercanías asturianas le pasa lo que dice el refrán: en invierno porque hace frío y en verano calor, nunca hay quien haga labor. Es decir, durante los meses más crudos se congelan las catenarias, cuando no sufren continuos argayos en sus líneas. Sin duda, consecuencia directa de tener unos trazados de principios del siglo pasado y la falta absoluta de mantenimiento. En cambio, durante la temporada estival ocurre lo contrario: los pasajeros se fríen como si fueran pollos debido a que nunca funciona el aire acondicionado. Todo ello, claro, si hay suerte y aparecen por la estación. El año pasado hubo más de 4.000 incidencias durante el verano. Esto es, uno puede estar esperando eternamente en un apeadero tercermundista y el tren no aparece. O también: que lo cojas y termines en un autobús por una avería del convoy. Es la realidad diaria del servicio que ofrece Feve en Asturias. Un medio de transporte marginal al que se acude si no queda más remedio. Yo diría que casi a la fuerza.
El 70% de los trenes asturianos tienen más de 34 años de vida. O sea, están viejos, obsoletos y con millones de kilómetros encima. Es más, ni siquiera hay piezas para ellos. Cada vez que se estropean hay que recurrir al mecanismo de la «canibalización»: quitarle el repuesto a a otro para poder poner en funcionamiento el averiado. Dinámica en la cual también ha entrado la Administración. El Principado acaba de comerse el Plan de Cercanías 2017-2025. Documento que contemplaba una inversión de 602,96 millones de euros y que tenía los parabienes del anterior Gobierno asturiano de Javier Fernández. Según el actual vicepresidente, Juan Cofiño, es una especie de ensoñación del PP. En definitiva, sólo un papel que no tiene aplicación presupuestaria, ni visos de convertirse en realidad. Al contrario, nos habla del cuarto plan para Feve en cinco años dotado con 150 millones euros (ojo, una cuarta parte del canibalizado). Supongo que por eso –porque la inversión es mucho menor y ya nos vale casi cualquier cosa- andan buscando trenes de segunda mano en el rastro ferroviario. En concreto, unos mallorquines que se iban a ir para Kenia. Vamos, un chollo a todas luces.
@balbuenajm