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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Y van dos.

El pasado verano tuve que hacer de guía en la Universidad Laboral. Fue ante una visita familiar a la que, como a muchas otras personas, le llamaba la atención el conjunto. Durante la misma, en ningún momento obvié sus orígenes. Es decir, que fue construida por el régimen franquista a mayor gloria. La verdad, es imposible evitarlo. Sin embargo, un turista cualquiera también se queda con otras cosas. La torre, el patio o la magnanimidad de la obra. Eso sí, me dio un poco de vergüenza tener que tapar las carencias de ciertas partes abandonadas. Por ejemplo, la zona de las piscinas o donde se iba a ubicar un hotel de cinco estrellas fallido. Tuve que justificarlo en base a lo grande (inmenso) del propio edificio. Digo todo esto porque la rectificación del equipo de gobierno sobre su postura inicial de no apoyar la candidatura a ser declarada Patrimonio de la Humanidad, contempla que «se realice haciendo constancia expresa, al amparo de la Ley de Memoria Histórica, a las aspiraciones que la levantaron y a la naturaleza totalitaria del régimen». ¿De verdad hace falta? ¿De verdad en la Unesco no saben de sobra la historia de España y su dictadura? ¿Acaso cuando declararon Patrimonio de la Humanidad al campo de concentración de Auschwitz en 1979, pusieron como condición recalcar su negra historia?

También resulta curioso lo de la resignificación. Es decir, la eliminación de ese componente de la dictadura para suplirlo por los valores democráticos, como no podía ser de otra forma. Por eso, porque para la gran mayoría de los gijoneses La Laboral no representa nada de esto, se juntaron el domingo casi 800 personas en la Plaza Mayor del Ayuntamiento. Clamando para que se reconozca lo que une y no lo que separa. Muchos de los allí presentes, estudiaron o simplemente disfrutaron de sus instalaciones. Lo mismo que hacía yo cuando iba a jugar al fútbol en los campos. Afortunadamente, la Universidad Laboral nada tiene que ver ahora con lo que fue. Después de más de cuarenta años de democracia lo sabemos de sobra. Otra cosa es que el equipo de gobierno no lo quisiese reconocer y por eso todo han sido reacciones en contra. Más que nada, porque su postura resulta incomprensible para la mayoría de los gijoneses. La sociedad civil le ha vuelto a torcer el brazo a los responsables municipales. Y van dos, si contamos el «affaire» del anillo navegable del Piles.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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