En septiembre de 2014 zarpó el último ferri de la autopista del mar de Gijón. Un proyecto pionero impulsado por los gobiernos de España y Francia que fracasó. Desde entonces, nadie la ha vuelto a retomar. Ha habido intentos fallidos y en la actualidad, se está esperando a que una naviera la ponga en marcha de nuevo. Eso sí, existen condicionantes para que tengamos otra vez una línea regular desde El Musel. La Zona de Actividades Logísticas e Industriales de Asturias (ZALIA) es de sobra conocida por su historia. La que iba a ser el área logística más importante del norte logró vender una parcela en quince años. Por el medio, un desastre absoluto de gestión que ha acumulado una deuda de 115 millones de euros. Ahora mismo, la idea para su revitalización está en acabar el acceso en marcha y construir una subestación eléctrica. Además, una planta de biomasa se quiere instalar en los terrenos. Volvemos a lo mismo: eso siempre que se den una serie de circunstancias. En estos días, la compañía aérea Volotea acaba de anunciar la supresión de sus conexiones internacionales en Asturias. Revolotea (nunca mejor dicho) en el ambiente que nos quedamos sin vuelos al extranjero, mientras que el aeropuerto de Santander ofrece diez destinos a bajo coste. Que se vuelvan a poner en marcha depende, según los responsables de la empresa, de un apoyo del Principado a un «plan de desarrollo 2021-2024». En definitiva, hablamos de dinero.
¿Qué tienen en común estos tres casos antes descritos? ¿Cuál es su hilo conductor? Muy fácil: las subvenciones. Si hay dinero público por el medio saldrán adelante. Por lo menos, hasta que se agote. Una constante en cualquier proyecto que se quiere emprender en nuestro paraíso natural. En el caso de aerolínea, recibió 3,2 millones de euros desde el 2015 en forma de contrato de promoción turística. A la postre, un eufemismo utilizado para justificar las ayudas económicas. Seamos, pues, claros: si queremos mantener conexiones con el mundo hay que pagar. En la autopista del mar entre Gijón y Nantes se pusieron 30 millones de euros encima de la mesa. En cuanto se acabó el maná público, la naviera LDLines se marchó con viento fresco aduciendo falta de rentabilidad. En Vigo, donde también recibieron cuantiosos fondos, no paran de crecer las rutas marítimas con diferentes puertos. Pregunto, ¿por qué en Asturias, una vez se acaban las subvenciones, nadie se quiere quedar?
@balbuenajm