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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Un arma liberticida.

Mucho se tiene que pulir la nueva ordenanza de movilidad para que no resulte un arma liberticida. Esto es, un instrumento contra la libertad de cualquier individuo para circular por Gijón. La cosa ya no está en que se demonice el coche hasta límites insospechados. Digo más, en la cadena de prioridades de esta norma, según el concejal del ramo, Aurelio Martín, el vehículo particular ocupa la última posición a bastante distancia de todo lo demás. Es decir, un patinete eléctrico, una bicicleta y, por supuesto, el peatón. En cualquier caso, resulta curioso que quienes pagan impuestos al Ayuntamiento -los que tienen tubo de escape- acaben siendo maltratos de esa manera y los que no abonan un euro (insisto, un patinete de nuevo cuño) sean los grandes beneficiados. Tampoco extraña que se extienda la zona de la ORA a toda la ciudad y que las motocicletas, instrumento de transporte urbano por excelencia, tengan ahora que pagar. La cosa, como digo, es que esta regulación también tiene partes extravagantes en ese afán de controlar. Vean si no.

Resulta que en su artículo 10.6 reglamenta hasta los rodajes de películas. Sí, cualquier filmación con animales debe tener la preceptiva autorización municipal, además de un veterinario en el set de rodaje que certifique su bienestar. Ya me dirán si no es absurdo a todas luces. Asimismo, para los turistas o gijoneses (artículo 85.5) que quieran dar un paseo en bicicleta o patinete eléctrico les impone restricciones. Tienen que ir en grupos de no más de 15 personas con una distancia entre sí de 50 metros. Ojo, no 49 o 47 porque hasta eso lo mide. Además, si son más de seis «deberán ir acompañados por un guía con conocimiento de la red ciclista y del contenido de esta ordenanza». O sea, que encima tienen que aprenderse este bodrio que se está pariendo. En fin, espero que en este periodo de alegaciones -fase en la que actualmente está- se suavice bastante. De lo contrario, tendremos que declarar a Gijón como ciudad enemiga de la libre circulación. Una especie de dictadura donde se perseguirá, no sé, al que quiera sacar el coche por el simple hecho de que le gusta conducir. Según parece, la nueva religión ecológica es lo que le depara al vehículo particular. Ya saben, todos en bicicleta y ese tercio de la población mayor de 65 años que vaya comprando el casco. El Gran Hermano que representa esta ordenanza municipal de movilidad te va a obligar.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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