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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

La sociedad civil.

Para mí, la sociedad civil es un movimiento libre. No tiene ideología, ni partido que la represente, ni mayores motivos que hacer de contrapeso al poder establecido. Es decir, actúa de forma organizada ante una acción que considera lesiva a sus intereses colectivos. Muchos se han atribuido este papel en nuestro Gijón del alma. De hecho, he escuchado en más de una ocasión hablar de ello a la Federación de Asociaciones de Vecinos de la zona urbana. Sin embargo, su poder de representación es más bien escaso. Yo diría que casi nulo y carente de la fuerza necesaria para ser el motor. La sociedad civil gijonesa, repito, se organiza de forma espontánea y sin ningún tipo de armazón que la contenga. Ante medidas tomadas (o anunciadas) por nuestro Ayuntamiento reacciona expresando su malestar o apoyo, que todo puede ser. Se convocan a sí mismos y no tienen por qué amoldarse a ninguna organización al uso. Sin duda, en estos últimos tiempos lo estamos viendo de manera constante. Ante decisiones municipales (presentes o futuras) salen a la calle o llevan miles de firmas ante el registro municipal. Vean si no.

Fue gratificante ver como sobre 800 gijoneses se concentraron en la Plaza Mayor para defender la declaración de la Universidad Laboral como Patrimonio Mundial. Protestaban ante un Pleno donde, aparte de negarle tal carácter, poco menos que la consideraba como un museo de los horrores: con presos esclavos imaginarios participando en su construcción. Desde luego, este movimiento fue decisivo para la rectificación que tuvo que llevar a cabo el equipo de gobierno municipal. Lo mismo que cuando se cerró el anillo navegable del Piles prácticamente de un día para otro. La posterior recogida de firmas influyó en que el Ayuntamiento admitiese revisar y negociar esa media. En la actualidad, hay bastantes ciudadanos movilizándose en contra de la nueva ordenanza de movilidad. El fin de semana pasado una plataforma de afectados estuvo controlando las matrículas de los vehículos que entraban en la ciudad. Su objetivo era saber qué tipo de distintivo ambiental tienen los coches que acceden a Gijón. Por su parte, otros colectivos andan solicitando apoyos para que las motos no tengan que pagar la ORA, según quiere imponer la nueva normativa. En definitiva, que la sociedad civil gijonesa está viva y eso es una estupenda noticia. Nadie la maneja y reacciona cuando se siente agraviada.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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