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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Sí y sólo sí.

Lo de tener relaciones sexuales parece que va a ser algo parecido a la firma de un contrato mercantil. Digo más, eso que se llama «un rollo de una noche» tiene los días contados por el peligro legal que implica. El anteproyecto de Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual presentado el pasado martes por la ministra de Igualdad, Irene Montero, quiere regularlo todo. Meterse en la cama de la gente hasta garantizar que esas relaciones son consentidas. De hecho, el borrador es conocido como la norma del «sólo sí es sí». Prueba que para tener sexo con tu pareja, obviamente no solamente hay que tener el consentimiento, sino que además debe ser «expreso, manifestado por actos exteriores, concluyentes e inequívocos». Vamos, grabado previamente en video, firmados por escrito e incluso con testigos por el medio no vaya a ser que haya engañifa. El resultado de esta ley -dicen que hubo que pulir hasta sus faltas de ortografía- tiene pasajes que dudosamente pasarán la criba constitucional. Incluso hasta los propios socios de gobierno socialistas la califican como una chapuza, ya que prevalece más esa parte de activismo ideológico que de norma jurídica garantista. Las prisas por sacarla antes del ocho de marzo -quizá Montero no había caído en que es el Día Internacional de la Mujer – es lo que ha guiado su redacción y por ello el texto deja casi todo en el aire.

Fíjense que hasta penaliza el desfasado y anacrónico piropo al calificarlo como acoso callejero, llegando incluso a tipificarlo como delito penado con multas o trabajos en beneficio de la comunidad. Algo, por cierto, que la sociedad ya ha cambiado bastante de por sí. Se piropea mucho menos, (por no decir que nada) y está mal visto a todas luces. En fin, son las cosas que tiene hacer leyes a tutiplén: ese afán por controlarle la vida al individuo desde que se levanta hasta que se acuesta con alguien. No me extraña, pues, que hayan surgido fricciones con el Ministerio de Justicia y la vicepresidenta, Carmen Calvo. Desde luego, a esa parte más avezada del gobierno de Sánchez le chirrían los oídos con este proyecto. Sin embargo, Pablo Iglesias no ha tardado ni cinco segundos en dejar clara la cuestión. O conmigo o contra mí. Si no les gusta lo que Irene ha propuesto es porque «En las excusas técnicas hay mucho machista frustrado». Como ven, todo un dardo dirigido hacia sus socios de coalición y aviso para navegantes.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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