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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Un curso exprés.

Es una buena noticia que los grupos municipales del Ayuntamiento se hayan puesto de acuerdo. Ha costado, la verdad, pero ya hay un documento de apoyo a la candidatura de la Universidad Laboral como Patrimonio de la Humanidad. Algo, por cierto, que será difícil de alcanzar puesto que la Unesco no lo va a poner fácil. No obstante, se ha conseguido una cosa muy importante: el reconocimiento de esta ciudad hacia la Laboral. Lo cual, dicho sea de paso, también tenemos que ponerlo en valor. La sociedad gijonesa ha dejado bien claro que no quiere que se la desdeñe por su pasado. Que se resalten sus valores arquitectónicos y de una puñetera vez, con perdón, no sólo se la vea como un instrumento de la dictadura franquista. Ha costado, digo, pero al final se ha conseguido que Gijón se reconcilie con la Universidad Laboral y mire hacia delante. Es decir, que se empiece a preocupar por ella, por su conservación y por dotarla de contenidos que la mantengan viva. Es lo que algunos llaman la resignificación -término que mola un montón- del edificio.

Así y todo, llama la atención ciertas cosas. Según parece, el Principado quiere colocar carteles que incidan en su contexto histórico. O sea, el franquismo. Además, que en las rutas guiadas se resalte los orígenes del complejo. Volvemos a lo mismo: la dictadura. Interpretan que los actuales guías en las visitas para los turistas no hacen bien su trabajo. Vamos, que no recalcan hasta la saciedad que la mandó construir Franco a mayor gloria del régimen. Entonces, en un futuro próximo, no sabemos si un recorrido por la Laboral se convertirá en una especie de curso exprés sobre el franquismo o en lo que también debería ser: resaltar el monumento que en sí representa. De hecho, en el pasado Pleno donde se rechazó esta candidatura, salió a colación el tema. Muchos inmuebles en Gijón conservaban (y conservan) una placa con el yugo y las flechas encima del portal. Corresponde al antiguo Instituto Nacional de la Vivienda que les daba la calificación de protección oficial. No sé, imagínense que quiero vender un piso y le digo al comprador: esto lo construyó Franco, lo hizo la falange, es una vivienda promovida por la dictadura, etcétera. Pregunto, ¿no acabaría hasta las narices? ¿Qué es lo que más le interesa: el estado del piso en sí o la placa del portal? En fin, a ver cómo se vende la Universidad Laboral al mundo.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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