El gobierno no para de lanzar medidas económicas y sociales. En concreto, este pasado martes aprobó unas cincuenta de sopetón. Pretende, como es lógico, contrarrestar esta crisis sanitaria que está demoliendo la economía de hogares y empresas. Hasta ahora, los supuestos cuidados paliativos hacia el tejido social y económico han sido más virtuales que reales. Esto es, la crisis del coronavirus está siendo pagada más por quienes la padecen que por el propio gobierno. Me explico. El día 31 de marzo se han pasado religiosamente las cuotas a la seguridad social y autónomos, pese a que la gran mayoría de ellos llevan quince días sin trabajar. El Ejecutivo tuvo tiempo de sobra para haber legislado antes de la fecha de cobro, pero prefirió hacerlo ese mismo día. Sin duda, una incongruencia. Decreta parar la economía mandando a los trabajadores a casa en base a un permiso retribuido recuperable. ¿Quién lo paga? Naturalmente, las empresas. El mecanismo de los Erte, ante la avalancha que se ha producido, está tan atascado que la mayoría de los afectados no saben cuánto ni cuándo van a cobrar, pese a que son fechas del devengo de nóminas. En resumen, que una cosa es predicar y otra dar trigo. Una cosa es anunciar «escudos sociales» en ruedas de prensa y otra que se apliquen (o lleguen) a la economía real.
Porque, vamos a ver, ¿quién va a pagar la factura del coronavirus? Nos estamos fijando mucho en los estragos que está produciendo en las personas físicas o jurídicas, pero en cambio no hemos reparado tanto en la parte que le toca al Estado. Fíjense que sólo por este despliegue sanitario tendrá que hacer un esfuerzo en el gasto público sin precedentes, a lo cual se suma la caída de la recaudación tributaria y afrontar esas ayudas comprometidas. De hecho, viendo lo que se le viene encima, está echando mano de todos los fondos disponibles: ya sean de autonomías o ayuntamientos. Cuando la pandemia cese, veremos que la cantidad adeudada es inmensa. Mucho mayor de lo que nos esperamos. Va a ser casi imposible evitar, como ya estuvimos a punto en el 2012, pedir un rescate a la Unión Europa. Recuerden que, en aquellos tiempos, Mariano Rajoy, se negó por las consecuencias que iba a traer. O sea, los famosos hombres de negro que recortaban pensiones y metían cuchillo a tutiplén. En esta ocasión, mucho me temo que nos vamos a encontrar en la misma tesitura.
@balbuenajm