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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Fase y media.

Aunque el presidente del Principado, Adrián Barbón, nos anuncie poco menos que el apocalipsis en forma de rebrotes, la gente ya ha tomado las calles. Me refiero a que cada vez se difuminan más las fases y sus obligaciones. En la actualidad, es bastante habitual ver un relajamiento general de la sociedad en la lucha contra el coronavirus. Esto es, personas que no guardan las distancias de seguridad, se reúnen en grupos numerosos o bien que se saltan las franjas horarias que todavía quedan. A todo ello, contribuye el bosque de normas y regulaciones que se han decretado durante esta pandemia. Más de 300 -sobre unas 100 al mes- desde que está vigente el estado de alarma. Eso hace que ni los ciudadanos, ni siquiera la propia policía, sepa muy bien donde estamos de facto. Es decir, si en la 2, en la 2,5 modificada o ya en la 3. El relajo es incluso para medidas que eran demandadas y llegaron tarde. Por ejemplo, el uso de mascarillas. No es en absoluto raro ver a gente sin ellas o colgadas del bolsillo, como si fuese un atuendo más de moda. También suma, claro, la descoordinación gubernamental a la hora de aplicar sus propias leyes. Fíjense que esta semana, mientras el ministro de Transporte, José Luis Ábalos, decía que en la próxima fase se permitirían los viajes interprovinciales, el de Sanidad, Salvador Illa, lo negaba. Por todo esto, la imagen que tenemos de esta desescalada es la del ejército de Pancho Villa: cada uno la lleva como puede y le viene en gana.

Francamente, a mí me sorprendieron las dudas del gobierno asturiano a la hora de pedir el pase a la tercera fase. Más que nada, porque prácticamente ya estamos en ella. Es un hecho que a cada cambio los ciudadanos le añaden medio punto (si no más) con sus comportamientos. O sea, van muy por delante de lo que regula tarde y mal el Gobierno. Tener titubeos en el caso asturiano, cuando nuestros números siguen siendo de los más favorables del país, es ponernos en desventaja con otras comunidades. De hecho, toda la cornisa cantábrica ha pedido mucho antes que nosotros el pase a la siguiente etapa. Entiendo la preocupación del presidente Barbón porque se produzca una marcha atrás, ahora bien, yo lo veo difícil. Tal parece que culminaremos este caótico proceso con éxito, al igual que nuestros vecinos al este y oeste. Por tanto, lo importante ahora es que esa «nueva normalidad» que anuncia Pedro Sánchez se parezca a la antigua, sobre todo en lo económico. Oigan, que no es poco.

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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