Vaya por delante que mi concepto de la Feria Internacional de Muestras de Asturias (FIDMA) es muy alto. Digo más, la considero el principal evento del verano gijonés. O sea, el que más repercusión tiene en cuanto a impacto directo o indirecto. Muchos gijoneses han trabajado (o trabajan) en ella y el movimiento que genera es considerable (hoteles, alquileres de pisos, restaurantes, etcétera). Estamos hablando, pues, de un motor económico que atrae a mucha gente de nuestro paraíso natural y más allá de las fronteras. Ahora bien, esta edición de la «nueva normalidad» es especial y tiene escollos importantes. El primero, la propia celebración. Pese a que la Cámara de Comercio de Gijón presentó un plan de contingencia reduciendo el aforo a un máximo de 14.000 personas diarias, sigue siendo a todas luces una actividad de riesgo. Incluso con las múltiples medidas de seguridad que se prevén para el recinto ferial. Personalmente, entendería que el comité técnico creado por el Principado para dirimir este tipo de cuestiones, tomase una u otra decisión. Es decir, hay argumentos tanto para permitir su celebración como lo contrario. Sin duda, lo más lógico sería optar por una solución salomónica: pulir y mejorar las condiciones de seguridad propuestas por el plan. Es lo que hay.
El segundo escollo tiene que ver con cómo reaccionará el público y los participantes. Esto es, la gestión del miedo que crece con cada rebrote. Ojo, no sólo de aquellos que tienen reticencias a las concentraciones masivas pese a que estén controladas, sino también de quienes forman parte. Es una incógnita conocer cuál va a ser el comportamiento del visitante y expositores, viendo las inquietantes informaciones que todos los días recibimos. De hecho, aunque todavía estemos en una etapa temprana del verano, podemos afirmar que la llegada del turismo sigue siendo muy tímida e inestable. Desconocemos, por tanto, cómo se tomarán los potenciales asistentes a la FIDMA -yo soy uno de ellos- esta edición del coronavirus. La entidad cameral dice que tiene más del 90 por ciento del recinto reservado por las empresas. Sin embargo, no sería sorprendente que se produjesen cancelaciones de última hora, a las que ya se han anunciado. Todo se mueve en un equilibrio tan frágil que en cualquier momento se puede romper. Repito, es lo que hay.
@balbuenajm