Cada día que pasa se nota más que el Ejecutivo de Pedro Sánchez está compuesto de dos partes diferentes. Unidas de aquella manera y cuyos desencuentros son sonados. Es más, no pasa semana en que las discrepancias entre sus ministros sean notorias. Por la mañana, unos dicen una cosa (Unidas Podemos) y por la tarde, otros les corrigen o la cambian (PSOE). Hace poco, si recuerdan, ha sido debido a la ampliación de los ERTE, o de la economía, o por la derogación de la reforma laboral del PP. Tengan en cuenta que este es el segundo mayor gobierno en número de miembros de la democracia: 23 cargos contando al presidente. Con carteras absurdas creadas ad-hoc para dar cabida a los socios de la coalición y que no tienen ningún sentido. ¿Alguien sabe para qué sirve un Ministerio de Universidades donde su titular, Manuel Castells, ni siquiera se preocupa por el tema? Lo mismo podríamos decir de otro como el de Consumo, con Alberto Garzón a la cabeza, que carece de chicha. Fíjense que la multinacional informática Apple, cuyo valor bursátil alcanzó ahora los dos billones de dólares (casi el doble del PIB español), es dirigida por siete personas. Aquí encima de muchos, están mal avenidos.
Pero por si fuera poco esta carencia de coordinación, encima se dedican a tirarse los trastos en público. Es lo que ha hecho Pablo Iglesias al desvelar una conversación privada con Sánchez, por la salida del país del Rey emérito. Ni corto ni perezoso, ha aireado que tuvo una «discusión fuerte» y que el presidente acabó pidiéndole perdón. Este Iglesias es tremendo: es ponerle delante de un micrófono amigo, por supuesto, y empezar a largar. Lo del secreto ministerial, aunque sea vicepresidente segundo, se lo pasa por el forro. No contento con esto, también afirmó que era lógico teniendo en cuenta que los socialistas son monárquicos y ellos republicanos. ¡Toma patada! No me extraña que Sánchez, visto lo visto, ande buscando otros compañeros de viaje a la hora de negociar los presupuestos. Según parece, Ciudadanos es la opción más firme, dado el viraje a babor del partido naranja. Sin embargo, desconocemos cómo hará para mezclar el agua y el aceite. O sea, a Iglesias e Inés Arrimadas bajo unas mismas cuentas sin que ninguno de los dos se sienta agraviado. O como seducirá a los independistas que, en cuanto baje un poco la amenaza sanitaria, querrán que se hable de lo suyo. No sé, igual esto acaba como el camarote de los hermanos Marx.
@balbuenajm