Está claro que los ciudadanos últimamente sólo recibimos palos de nuestros gobernantes. Esto es, prohibiciones de todo tipo que se nos imponen casi a diario. Si a las que tenemos vigentes en la lucha contra el coronavirus, les sumamos las de nuestro ayuntamiento o comunidad, tendremos como resultado un mar de normas que cumplir. No es ninguna broma. El martes pasado entró en vigor en Gijón la nueva ordenanza de residuos. Un compendio de sanciones y prohibiciones que debemos observar. A quien no separe la basura en los respectivos contenedores preparados al efecto, le pueden imponer una multa de 900 euros (hasta 3.500 si es reincidente). Ojo, que no estoy diciendo que esto sea criticable. Desgraciadamente, algunos no entienden las cosas de otra manera, salvo que sea tocándoles el bolsillo. Ni tampoco que es innecesario reciclar. Al contrario, se hace más imperioso cada día. Sin embargo, este trabajo de separar los deshechos en función de qué se trate, también debería tener su zanahoria. A la gran mayoría que cumple con lo establecido, digo yo, le deberían de dar algo. Es más, podemos llegar a pensar lo siguiente: si gran parte del trabajo ahora lo tenemos que realizar nosotros, ¿por qué no se baja la tasa de basura? Al revés, pagamos 6 euros al año más desde el uno de enero. Lo lógico, entiendo, es que ambas cuestiones tendrían que estar interrelacionadas: si vamos a reciclar más porque nos obligan a ello y hay una mayor concienciación, deberíamos pagar menos.
Pues no, incluso la nueva ordenanza tiene cosas tan chucas como la siguiente. Los inspectores cívicos -esa especie de policía medioambiental municipal- podrán advertir a las comunidades de vecinos si ven que no reciclan sus residuos. Textualmente dice: «podrá dirigirse al administrador, presidente de la comunidad de propietarios, asociación de vecinos o quienes ostentaran la interlocución con la autoridad». Lo primero, desconozco cómo se puede inspeccionar esto de forma eficiente. Es decir, si el funcionario municipal va a estar presente a pie de contenedor, para abrir la bolsa de basura a cada uno de los vecinos de un edificio determinado. Y segundo, usted o yo, ¿vamos a ser responsables de lo que hagan los demás? ¿Tenemos que estar al acecho de si los del piso de al lado separan o no sus deshechos? Como ven, tanto apretar la cuerda lleva a situaciones tan absurdas como tener que hacer de policía, sin comerlo ni beberlo.
@balbuenajm