Es como se siente, no sólo la hostelería gijonesa, sino la de todo el país. A su cuenta, bien es cierto, se está haciendo uno de los mayores sacrificios para intentar frenar la pandemia. Limitaciones horarias, de aforo, de separación entre mesas, gestionar el miedo de los clientes, etcétera. Algo, por cierto, que hasta ahora no ha dado grandes frutos, porque seguimos batiendo récords de contagios a nivel nacional. No me extraña, pues, que se teman lo peor. Es decir, que ante un endurecimiento de las restricciones a ellos les toque la mayor parte. Vamos, que vuelvan a comerse el marrón. En definitiva, lo que está pasando en otras zonas de España donde el índice de Covid anda por las nubes. Sin ir más lejos, en Cataluña o Navarra ya están cerrados bares y restaurantes por dos semanas. Si el verano se logró superar de aquella manera, el duro y frío inverno parece que va a ser de lo más complicado. Las terrazas dejarán de ser útiles y los interiores están limitados. Recuerden que en la actualidad -por estar en la fase dos- no se puede consumir en barra. Seguramente, mientras escribo esta columna, ya habrán entrado en vigor (o dentro de poco) nuevas normativas que les darán otra vuelta de tuerca. Igual hasta un toque de queda especial para el sector. No me extraña, digo, que hayan dicho basta.
Es lo que pretenden trasladar en la movilización, junto con el cierre de sus negocios, que se prepara para el próximo miércoles 28. El movimiento organizativo empezó en el barrio de La Calzada y, poco a poco, ha ido ganando apoyo. Se han sumado los hosteleros del Coto, Ceares o Viesques y los comerciantes también han hecho suyo el lema «Todos somos hostelería». Incluso se prevé una gran manifestación con varias columnas que tendrán su confluencia en la el Muro, para luego marchar de forma conjunta hasta la plaza Mayor y leer un manifiesto. Sin duda, un grito conjunto de angustia ante lo que están pasando y lo que queda por venir. Mucho me temo que la destrucción de empresas en estos sectores va a ser bastante mayor de lo esperado. Dense un paseo por cualquiera de las calles de Gijón y empezarán a ver carteles: se vende, se alquila… Prueba inequívoca de que la economía está mal. Ese efecto en “V” del que nos hablaban no se ve por ninguna parte. Sobre todo, porque el coronavirus parece que no va a remitir nunca. Esto se está haciendo más largo de lo esperado y hay quien ya no aguanta más.
@balbuenajm