Caos. El martes se esperaba con ansiedad la publicación del decreto del Principado que regulaba el cierre de actividades. Todo ello, a cuenta del anuncio que había hecho el día anterior nuestro presidente, Adrián Barbón, con confinamiento domiciliario frustrado incluido. Muchos establecimientos estaban pendientes de que les aclarasen (a ellos y a sus clientes) si iban a poder abrir o no. Sin embargo, las medidas no se publicaron en el BOPA hasta bien entrada la tarde: más allá de las seis. Es decir, con la jornada laboral casi finalizada y sin tiempo de reacción. Algo insólito y que prueba una vez más como se hacen las cosas del coronavirus: a salto de mata.
Confusión. Buena prueba que la gente estaba desorientada fueron las colas que se vieron durante el día. Las había de todos los tamaños y tipos. Incluso muchas personas se encontraban en una sin saber muy bien por qué. Creían, intuían o presumían que determinado comercio o servicio iba a cerrar y, por eso, adelantaban su compra ante la experiencia de marzo. A esto, como digo, se le sumaba que gran parte de los comerciantes no sabían qué contestar. A la pregunta de si su establecimiento iba a abrir, la mayoría se tenía que encoger de hombros. Decían que, pese a la hora, todavía no lo sabían. Eso sí, quien lo tenía bien claro era el sector de la hostelería, gimnasios o tiendas de ropa puesto que eran el eje del cierre.
Y desconcierto. Los presuntos expertos que nos asesoran dicen una cosa y la contraria. Mientras durante el verano no hacían otra cosa que alabar el papel de Asturias en su lucha contra el virus, ahora señalan errores o que se relajaron los mecanismos de prevención. En realidad, la inmensa mayoría de los asturianos hemos seguido a pies juntillas sus instrucciones. Incluido el presidente Barbón que siempre dice guiarse por criterios científicos. ¿Cómo hemos llegado a esta situación? Nadie lo sabe. Del llamado «milagro asturiano» a encontrarnos casi en un «infierno epidemiológico». De ser señalados como un referente, a las críticas por haber sido excesivamente triunfalistas. De poner a caldo a la comunidad de Madrid por sus políticas, a que en la actualidad estén mejor que nosotros y sin ningún tipo de confinamiento domiciliario en ciernes. Resumimos, tal parece que las «micro medidas» -alertas naranjas o cierres perimetrales, por ejemplo- no han servido para nada. Estamos, sin comerlo ni beberlo, en la zona cero de la pandemia.
@balbuenajm