Uno tiene la sensación de estar viviendo un «déjà vu». Esto es, lo mismo que sucedió en marzo, pero con una diferencia: ahora no es por televisión. Aquella primera ola la veíamos en Asturias desde la distancia que nos daba no tener contagios. O sea, nuestros indicadores estaban muy lejos de lo que se producía en el resto de España. En especial de Madrid que se había convertido en la zona cero de la pandemia. Las razones que se aducían se daban por buenas. Un sistema autonómico de salud público mejor que el resto, una política de prevención acertada y hasta un cierto aislamiento de la región. Sin embargo, todo este castillo de naipes se ha venido abajo con la llegada de esta segunda ola. Nuestros hospitales sufren una presión sanitaria que los pone al borde del colapso, parece que lo que se había hecho ha servido de poco y, de repente, como si fuese una plaga bíblica, el coronavirus llega cuando el Principado está más vacío. Es decir, sin ningún turista que ponga en riesgo lo que falsamente se llamó el «milagro asturiano». Incluso el intercambio de mensajes ha cambiado. Si hasta hace poco nuestro presidente, Adrián Barbón, recriminaba que Madrid no tomase medidas para frenar la subida del virus, la tortilla se ha dado la vuelta. Es la presidenta de esa comunidad, Isabel Díaz Ayuso, quien nos manda mensajes de ánimo y apoyo al ver nuestra evolución. Estamos muy por encima de los madriles en cualquier indicador de los ocho utilizados por el Ministerio de Sanidad, para medir la situación de riesgo en las autonomías.
Es más, tenemos que montar hospitales de campaña, otra vez. El H144 -que tiene nombre de submarino- ha vuelto a emerger desde ayer en el recinto ferial Luis Adaro de Gijón. Y nuestros políticos vuelven a utilizar expresiones grandilocuentes para describir la situación, al verse completamente desbordados. Sin ir más lejos, el pasado martes en la Junta escuchamos al consejero de Salud, Pablo Fernández, todo un clásico: «Esto es lo más parecido a una guerra que hemos vivido». ¿Les suena? Sí, es exactamente lo mismo que dijo el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, en uno de esos rollos televisivos semanales que soltaba durante el confinamiento. Resumo, hay cansancio entre los asturianos. Yo diría que un agotamiento crónico al ver lo que está volviendo a pasar. Según los psicológicos, esto tiene un nombre y se denomina «fatiga pandémica». Sin duda, el mal que nos aqueja en estos momentos.
@balbuenajm