Sorprende la decisión de nuestro Ayuntamiento de no presentar un presupuesto para el año que viene. No digo que técnicamente no sea los más correcto, sino que esa renuncia supone una anomalía dentro de la vida municipal. En principio, el gobierno de Ana González lo tenía todo para sacarlo adelante. A su coalición con IU, podía haber sumado los apoyos de Unidas Podemos e incluso de Ciudadanos. Por tanto, le hubiese resultado más fácil que el año pasado, donde la abstención de la formación morada permitió su aprobación. Es más, estamos viendo como el resto de las administraciones están poniendo el énfasis en ello. El presidente del Principado, Adrián Barbón, no para de repetir que son fundamentales y participa directamente en las negociaciones. Pedro Sánchez, por su parte, no dudó en vender su alma al diablo para lograrlo: fue lo que hizo al buscar el apoyo de Bildu en el Congreso. En cambio, de buenas a primeras en Gijón se tira la toalla, pasando directamente a una situación de prórroga. Algo que en otras ciudades de nuestro paraíso natural (Oviedo y Avilés) ni se les pasa por la cabeza, pese a las innegables dificultades que la pandemia trae consigo.
En realidad, lo difícil a la hora de confeccionarlos no está en calibrar los gastos (que también), sino los ingresos. Tal es su caída que no se sabe a donde va a llegar. Los técnicos municipales hablan de más de ocho millones de euros menos. Con situaciones típicas de crisis como el aumento de los impagos en la recaudación. A su vez, el incremento de los gastos, debido a la lucha contra el coronavirus, serían sobre otro tanto. En total, un desfase en las arcas municipales del orden de los dieciséis millones. Desde luego, un golpe duro (muy duro) del que habrá que reponerse. A los gijoneses eso de la prórroga presupuestaria es algo que nos resulta familiar. De hecho, solo tuvimos un proyecto aprobado (2017) en la pasada legislatura. El resto fue un sufrimiento constante por parte del gobierno de Carmen Moriyón, para sacar adelante las modificaciones en los Plenos. Conocemos, pues, que esta fórmula trae consigo inevitables retrasos. Esto es, serán muchas entidades las que tendrán que escuchar lo de «vuelva usted mañana». En concreto, las que forman parte de los capítulos de inversiones reales y transferencia de capital. A la postre, las subvenciones a la remodelación de las fachadas, organizaciones sociales, culturales, deportivas…
@balbuenajm