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Jose Manuel Balbuena

RETORCIDA REALIDAD

Tanta destrucción.

Hay discrepancias a la hora de encontrar fórmulas para paliar tanta destrucción. Me refiero al diseño de los mecanismos que tratan de compensar la crisis económica que está generando el coronavirus. En particular, centrada en sectores especialmente afectados como el pequeño comercio, la hostelería o la cultura, aunque, la verdad, podría extenderse a casi todos. Nuestro Ayuntamiento, ha planteado un sistema de bonos de descuento que pueden ser utilizados en tiendas, bares o librerías. Un modelo similar al que ya están utlizando en La Coruña y el País Vasco. Funcionaría más o menos así. El comprador descarga en su móvil un código -financiado desde instancias municipales- que luego se aplica como descuento en el establecimiento correspondiente. Se pretende que llegue a beneficiar a unos 42.500 consumidores y 1.700 locales, con una dotación de 1,6 millones de euros. Sin duda, el sistema tiene ventajas e inconvenientes. Entre los primeros, que es universal y prima ante todo el consumo. Es decir, cualquiera puede acceder a ese incentivo para luego efectuar la compra. No hay niveles de renta, ni baremos, ni ningún filtro que impida esa rebaja. Incluso alguien que nos visita puede utilizarlo. Sin embargo, como todo lo nuevo, es posible que sufra retrasos en su implantación. O sea, que esa inyección de dinero público igual no es tan rápida como sería deseable. Vamos, que algún comprador puede llegar con el código y encontrarse con la persiana del local bajada.

En cambio, desde sindicatos y la Unión de comerciantes muestran recelos a los bonos. Sobre todo, los segundos que siguen reivindicando la renta social municipal como el mecanismo ideal. Esto es, volver a recuperar esa ayuda que finalizó en septiembre y de cuya eficacia, en mi opinión, hay serias dudas. De hecho, el actual de equipo de gobierno municipal siempre dijo que no era su prestación. Desde luego, su implantación sería inmediata debido a que sólo hay que activar las famosas «tarjetas white». Ya saben, la tarjeta bancaria que permite comprar, según catálogo, en los comercios adheridos. Ahora bien, sólo se podrían beneficiar los usuarios de este subsidio. Algo que limita bastante si lo que se quiere es incentivar el consumo en todas las capas de la población. No sólo de algunas. Incluido también el turismo ya que toda ayuda es poca. Al fin y al cabo, con la que está cayendo, quienes más lo necesitan en estos momentos son comerciantes y hosteleros, ¿o no?

@balbuenajm

Por JOSE MANUEL BALBUENA

Sobre el autor

Economista y empresario. Colaborador de EL COMERCIO desde hace ya muchos años. Vamos, un currante en toda regla


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